sábado, 20 de junio de 2015

Y entonces llegó el caos


Vetusta Blues. –“Y entonces llegó el caos”


El sábado 13 de junio asistimos en Oviedo a uno de esos desenlaces políticos inesperados que jalonan los hitos de la libertad en democracia. Libertad en democracia, sí. Y también la voluntad ciudadana de un giro en lo que llevaba siendo un régimen –cada vez más endogámico- de veinticuatro años en la ciudad. Hito de la libertad en democracia porque los escollos a salvar fueron enormes. La imposición de la FSA de saltarse los acuerdos de un tripartito de izquierdas, en un “cambio de cromos” Oviedo-Gijón  imposible pues las realidades de la villa del Piles y de la capital de Asturias son completamente distintas era una baza para el desastre, para que todo se fuera al garete. Poco importaba este Oviedo denostado por los mandarines de la FSA bien asentados en Gijón y que volvieron a demostrar su desprecio por la capital –como siempre dicen en esa por mí querida villa a 28 kilómetros de mi ciudad- dejándola a su suerte con un régimen que ha ido tensando sus tentáculos en más de ocho mil días de férreo mandato.
No sentó bien esta muestra de talante democrático a aquellos que sólo han podido enseñar a los españoles el juego de tenis de mesa dialéctico denominado “y tú más”. Aunque la lista de tópicos repetidos como una letanía propia de un vacío mantra ha aumentado con los resultados de estas elecciones. Vean, si no, el socorrido “no gobierna la lista más votada”, frase de uso caprichoso –según convenga o no, claro- y que esconde la incapacidad de adaptación al juego democrático, que, por si algunos lo han olvidado, consiste en aunar mayorías, en conversar, escuchar, ceder, negociar y debatir. Acostumbrados como estaban en Oviedo al mando y ordeno, a la prepotencia, como en esa vieja canción de los británicos Godfathers “Cause I said so” (Porque lo digo yo, podría servir como traducción), ahora se encuentran fuera de juego. Y, claro, también aumentan las frases y palabras para el zurrón de los convencionalismos con visos de convertirse en recurso pseudodialéctico a repetir a todas horas: radicales, el caos,…
Los primeros pasos de la nueva corporación han resultado tan diáfanos como los de abrir los comedores de los colegios en verano, contactar con los dirigentes del Real Oviedo (tampoco estaría mal que el alcalde recibiese a los responsables del Oviedo Baloncesto, ejemplo de sensatez y trabajo honesto) y plantear un gobierno municipal equitativo, acorde al triple reparto de fuerzas. No me parece que estemos hablando de caos, la verdad. Habrá mucho que revisar antes de ponerse a construir: los contratos apresuradamente firmados por el alcalde en funciones hace unas semanas, por ejemplo. Hay tiempo para corregir, estudiar, rectificar. Un nuevo panorama se abre y la sensación es la de esperanza, no de caos. Quizás eso sólo afecte a quienes perciban que sus privilegios previos han caído. Quizás para esos una desaparición así suponga un caos. Para la gran mayoría, el mundo real, el de esas calles por las que rara vez se les ve, no.


MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 20 de junio de 2015