Vetusta Blues. –“Espacios y almas”
El fuego preelectoral se ha desatado con toda su
fuerza en Oviedo. Asistimos a un escenario abierto, inédito en la ciudad,
donde, por primera vez en mucho tiempo, se intuye la posibilidad de un cambio
en el color político de la alcaldía. Independientemente del nerviosismo que ello
trae consigo en unos y otros, esta circunstancia influye en que la tómbola de
las promesas electorales desate toda su ciega propaganda desde los más
insospechados lugares.
Uno de ellos es el de la cultura, ahora que la
Fábrica de Gas puede transformarse en ese lugar que muchos pensamos idóneo y
que nos lanzó a las calles y a través de organizaciones como Oviedo SOS Cultura
a una reivindicación que va por buen camino. Sin embargo, no hay lugar para la
relajación y convendría recordar cómo los locales necesitan de personas, de
almas, que les inyecten vida por encima de intereses partidistas y miserias
humanas. En mis paseos por el centro de la ciudad siempre recuerdo, al pasar
por la entrada provisional al Centro Cultural Cajastur, cómo éste estupendo espacio
duerme ahora –tras años de incesante actividad- un absurdo letargo
coincidente con el desmantelamiento,
triste desmantelamiento, de lo que fuera la ejemplar Obra Social y Cultural de
la entidad astur. En un melancólico flashback, evoco las colas de gente para
asistir a películas, mesas redondas o conciertos que, a veces, llegaban a
través de la calle San Francisco hasta las inmediaciones de la plaza de la
Escandalera. La labor, entre otros, de personas como José Luis Cienfuegos, de
ciclos como “Intersecciones” que traían a la ciudad cultura viva e inquieta.
Recuerdo conversar con Dominique A antes de que el francés ofreciese un
sensacional concierto en solitario para el que mucha gente se quedó fuera,
mencionarle algunos de sus temas y comprobar cómo, horas después, iniciaba su
actuación con las canciones mencionadas. Momentos mágicos en instalaciones
decentes, aptas para el desarrollo de la cultura pero que, sin las personas
adecuadas para dotarlas de alma, no sirven para nada, son peso muerto, construcciones
bonitas sin más sentido que servir de propaganda electoralista.
Miedo me da, a la vista de muchas de las propuestas
culturales del actual alcalde, en lo que pueden convertirse algunos de los
equipamientos previstos para activar la ciudad en los próximos años. Aún está
fresco en mi memoria el ciclo, en pleno Mundial, sobre “Literatura y fútbol”,
donde se obvió al escritor Raúl Castañón, autor del libro “Dorsal 12”, orgullo
literario para todos los oviedistas. De otros escritores que tenemos la fortuna
de escribir de fútbol como es mi caso en este diario, EL COMERCIO, y que lo
hicimos en ese mismo Mundial, en la previa Copa Confederaciones y durante la
temporada sobre el Real Oviedo poco puedo añadir: cuento con su seguimiento, me
enorgullecen sus comentarios y me reconforta su apoyo… por más que para los
encargados de organizar dicho evento no existiese. Pero, más allá de este
frustrante capítulo personal, uno cree que una de las claves culturales de la
ciudad debe residir en las personas encargadas de llevar los proyectos a cabo,
que deben estar por encima de miserias personales (o envidias profesionales) y
ser consecuentes con el nivel que Oviedo y los ovetenses exigimos de ellos.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 31 de enero de 2015