Vetusta Blues. –“El aspecto de la ciudad”
Un nuevo matiz se suma al de este Oviedo que afronta
la posibilidad de una transformación sin precedentes. No son sólo los espacios
de la Vega, el antiguo Hospital o la Fábrica de Gas, el nuevo año nos trae
cambios más pequeños pero, no por ello, menos sustanciales. El comienzo de la
aplicación de la Ley Boyer sobre los locales con renta antigua se lleva a
muchos negocios del paisaje ciudadano, algunos de ellos muy enraizados en la
colectividad, con el consiguiente alcance para muchos ovetenses.
Han transcurrido veinte años desde la aprobación de
esa ley y muchos no han querido, no han sabido o no han podido adaptarse. Y, ya
se sabe, aquel que no se adapta a las circunstancias acaba por desaparecer. La
vida nos obliga, muchas veces, a inventarnos y reinventarnos en un constante
fluir de acuerdo a los tiempos que nos toca sobrellevar. Veinte años han tenido
estos negocios para aclarar su futuro, pero ¡ay! el tiempo acaba por llegar y
ha forzado el cierre de muchos de ellos. La ciudad no será la misma sin muchos
de ellos, pero también es cierto que ahora se jugará en igualdad de
condiciones.
Oviedo se mueve, a pesar de que no lo parezca, de
esa aparente modorra que parece invadir esta ciudad culta y tranquila. Es el
momento de muchos emprendedores: para que se decidan a ocupar los locales ahora
vacíos, que ya sólo habitan en la memoria de los más fieles. Para no tener esa
extraña sensación que siempre nos invade cuando pasamos cerca de esos lugares
vacíos, desoladores, a la espera de una nueva luz, de esa vida que transmiten
al centro, siempre ávido de latidos nuevos.
El fluir de la ciudad es ese y Oviedo se halla en un
momento crucial, tanto en sus pequeños espacios como en las grandes superficies
que pueden resultar decisivas para su futuro. Bien harían los políticos en
prepararse para afrontar un desafío de estas características, el mismo que
ciudades como Bilbao lograron superar con éxito cuando llegó el momento. Llega
un tiempo de turbulencias, como siempre que se trata de una convocatoria de
elecciones, más aún en las que se avecinan, con un abanico de posibilidades muy
abierto y una marcada incertidumbre, pero eso, como ha sucedido con los locales
de renta antigua, no debería ser malo sino esperanzador. La esperanza lenta de
una transformación inteligente, crucial y beneficiosa para esta ciudad, donde
no manden los egoísmos ni los intereses creados.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 10 de enero de 2015