Crónicas de Vestuario. –
“Congelados”
A lo largo de lo que llevamos de temporada, el Real
Oviedo ha ido sobreponiéndose a las dificultades que se le han ido presentando
en el camino con bastantes buenos resultados. Ha sabido crear un conjunto
sólido en casa, ha mejorado en su balance defensivo, ha corregido dudas, ha
superado lesiones y, con todo ello, se ha encaramado en lo más alto de la tabla
de clasificación. Pero todo ese camino recorrido, todas esas pruebas superadas,
sirven de poco ante las urgencias del día a día. Ahora la tarea es no caer en
la relajación. Esa es la nueva prueba, conseguir mantener la tensión.
Bueno, eso y superar las condiciones climatológicas
de un invierno de verdad, con frío, lluvia y todo tipo de meteoros adversos. La
palabra clave es adaptación. “La inteligencia es la habilidad para adaptarse a
nuevas situaciones y para criticar los propios actos”, concluía el psicólogo y
pedagogo francés Alfred Binet. Me contaba en cierta ocasión mi amigo Luis Cabo,
profesor en la Universidad de Mercyhurst en Erie, Pennsylvania, cómo las llaves
de los automóviles poseían un dispositivo especial de calor para poder abrir
los vehículos cuando las temperaturas extremas impedían el proceso normal de
apertura que todos conocemos. Eso es adaptación. Venía el once de Sergio Egea
dispuesto a otra batalla contra el agua y se encontró un terreno de juego
aceptable pero un rival en racha, cargado de ánimo y moral –sumó ante los
azules su noveno partido consecutivo sin perder- y con la lección del Zamora
bien aprendida y dispuesto a ejecutarla. Un trabajo defensivo constante, orden
estricto y ritmo lo más cansino posible son algunas de las claves que mejor
consiguen anular las virtudes del cuadro ovetense. Añádanle la clase de Peláez
en la media punta, la veteranía de unos hombres expertos y la escasa fluidez y
profundidad con el balón de los carbayones y el colapso azul en la primera
parte queda explicado. Menos mal que el esfuerzo de los leoneses les pasó
factura en los últimos minutos del primer acto y Borja Valle pudo equilibrar en
el último minuto el tanto que anotara el mencionado futbolista gallego en el
veintiuno.
Salió más alegre el Real Oviedo en la reanudación,
con más chispa y velocidad, el antídoto ideal para acabar con la “receta
Zamora” a la que se acogió el conjunto leonés. Llegaron así algunas ocasiones
donde no acompañó la puntería de un Linares que lo busca con la desesperación
de ese goleador que parece haber entrado en una mala racha. También probaron
Susaeta y Dani Bautista, pero los blancos se aferraban a su experiencia, a las
triquiñuelas de veterano (comenzaron todo tipo de caídas fulminantes de jugadores
en los últimos minutos), a los modos macarras del curtido José Manuel Pérez y a
la ineptitud de Óscar Martínez Santos, el árbitro del encuentro, empeñado en
permitir todo tipo de brusquedades sobre Héctor Font.
Al final, con un ojo en el marcador y otro en el
campo, siempre queda el sabor de la suma de un nuevo punto ante uno de los
rivales más difíciles que han pasado por el Carlos Tartiere. La maratón
continúa. La clave está en la concentración y en no aflojar el ritmo. Y en que
el invierno y sus condiciones climatológicas adversas den un respiro, claro.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico:JOSÉ L:G: FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 2 de febrero de 2015