Crónicas de Vestuario. –
“La batalla del agua”
Días llevaban meteorólogos y meteorólogas amenazando
con un temporal de los gordos y, aunque la nieve no llegó a la ciudad, sí que
lo hizo un aguacero bestial que no cejó durante todo el choque. Comenzamos a
acordarnos de ese maldito césped del Tartiere que tantas otras veces nos ha
hecho lamentarnos y el encuentro se redujo a una batalla de agua, mitad rugby,
mitad waterpolo. Decía con tino el entrenador visitante Uribe al final del
encuentro que si el partido se hubiese disputado sin porteros el resultado
habría sido el mismo, y es muy probable que hubiera acertado. Imposible
conducir el balón, imposible precisar centros, imposible crear jugada alguna
cuando la supervivencia bajo esas condiciones impone el echar el balón hacia
adelante sin entrar en ninguna otra consideración.
Un campo anegado sólo deja lucha por encima de
cualquier otro argumento. Los chispazos se convierten en regalos inesperados.
Los errores, constantes a causa de las imprecisiones, pueden llevar a la ruina
todo el despliegue físico. Con semejantes condiciones, los argumentos
futbolísticos quedan reducidos a la lucha pertinaz contra el elemento líquido y
a la asimilación a lo que exige el terreno de juego, que impedía la circulación
del balón las más de las veces o que podía sorprender con un inesperado bote o
prolongación del balón y provocar situaciones indeseadas. Ante tales
contratiempos sólo quedaba sobrevivir y fiarse a un disparo como el que Omgba
–siempre dispuesto a lanzar, y ya con un buen botín de goles en lo que va de
Liga- encañonó en el minuto 16 del primer período. Poco más digno de anotar: un
remate de Sergio García tras un error de
Borja García –no confundir con el magnífico guitarrista ovetense de Alto Volto
y Muñeco Vudú, entre otras formaciones- y un disparo de Susaeta.
Mucho se había comentado durante la semana acerca de
la ausencia de Miguel Linares, el supergoleador del equipo, y lo cierto es que,
a la vista de las condiciones a las que hubieron de enfrentarse los azules, la
presencia de Diego Cervero se planteó como algo natural. El ovetense se fajó en
la vanguardia azul y peleó con la fuerza que imponían las condiciones
climatológicas.
Ya saben que una de mis expresiones futbolísticas
favoritas es la de “en la rula no preguntan, apuntan”. Pues bien, esta vez el
argumento viene de perlas: los perseguidores comienzan a perder fuelle tras
haberse mantenido cerca en la primera vuelta y el Real Oviedo sigue sumando. De
modo que, a no perder esa tensión y continuar estableciendo las diferencias que
el juego y la calidad ya habían trazado hace semanas.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: J. L.G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 19 de enero de 2015