Vetusta Blues. –
“El mosaico herido”
La ciudad de Oviedo y sus dirigentes muestran, en
multitud de ocasiones, muy poco interés por resaltar algunas de sus virtudes,
joyas ocultas que pueden llegar a mostrarse ante nuestros ojos, día tras día,
como el mosaico de mármol que Antonio Suárez crease para cubrir el Paseo de los
Álamos sin que se preste el más mínimo cuidado en conservarlo, más bien al
revés.
Una vez transcurridas las fiestas navideñas,
desmontada una nueva carpa, quedan al descubierto los daños que esa obra de
arte en la que casi nadie parece reparar ha sufrido de un modo absurdo. Porque,
vamos a ver: ¿no se podría evitar la presencia de esas carpas sobre la
superficie de dicho mosaico? ¿Es que no hay más lugares –los hay- donde situar
dichas carpas sin que el mal no afecte a una obra de arte minusvalorada pero
que debería ser una referencia para los ovetenses y los visitantes de la
ciudad?
Aquí, como ocurre desgraciadamente con muchos
asuntos de Oviedo, se navega a dos aguas, sin que una mano sepa lo que hace la
otra. Por un lado, se permite la presencia de estas carpas que destruyen de un
modo claro la obra de arte, algo inaudito con cualquier otro monumento de la
ciudad. Por el otro, se realizan unas reparaciones a modo de parche que no
solucionan el problema del deterioro y que se quedan en un gasto superfluo y
absurdo cuando regresan el tráfico de vehículos pesados y la instalación de
nuevas carpas para todo tipo de eventos que bien podrían llevarse a un lugar
donde no se estuviese masacrando la original obra de Antonio Suárez. No nos
extraña que sucedan estas cosas porque son el pan nuestro de cada día en el
mundo feliz del alcalde y los suyos. Lo comprobamos hace año y medio cuando
prometió a la Asociación de Fotoperiodistas tras la brillante exposición
“Objetivo Doble Dos” en la plaza de Porlier la edición de un libro con las
fotos y los textos correspondientes, en un original intercambio creativo entre
fotoperiodistas y escritores asturianos. Tras las promesas, llegó la reunión
con el responsable de convertir las palabras del alcalde en hechos y todo lo
comprometido verbalmente se quedó en nada. Lo comprobamos cuando se defiende
una gestión donde lo público se transforma arbitrariamente en privado para
beneficiar a determinados empresarios. Lo comprobamos de múltiples y diferentes
formas, donde la realidad de lo realizado se impone a la mentira de lo vendido.
Son muchas las posibilidades (turísticas, sí, claro)
que encierra un mosaico como el de Antonio Suárez en un lugar tan literario
como el Paseo de los Álamos y que, ahora que se acerca el tiempo de las
promesas y de las urnas, debería ser una preocupación de los ovetenses, de
quienes rigen los destinos de la ciudad y de los que aspiran a dirigirlos.
Esperemos que toda esa belleza -herida y manchada por el mal hacer de quienes
deberían descubrirla y promocionarla- no se malogre como tantas otras joyas –la
estación del Vasco, por poner un ejemplo- que se echaron a perder en Oviedo por
ignorancia, avaricia o, simplemente, supina estupidez.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 17 de enero de 2015