“En
los límites de la realidad”
Buscar explicaciones lógicas a lo que le sucede al
Real Oviedo en su campo es una tarea ardua y que, en tardes aciagas como la de
ayer, cuesta aún más. ¿Cómo un equipo que ganaba 2 a 0, jugando un buen
partido, termina empatando y pidiendo la hora? Parecía que estábamos asistiendo
a aquella película por episodios del año 1982, “En los límites de la realidad”,
que dirigiesen John Landis, Steven Spielberg, Joe Dante y Georges Miller.
Porque lo del Real Oviedo en el Carlos Tartiere en esta temporada es digno de
protagonizar un capítulo de “Expediente X”. Que vengan Mulder y Scully a
investigar y echen una mano.
La apuesta del destituido Carlos Granero fue
diferente. El Real Oviedo prescindía de su referencia ofensiva más clara
–Cervero- para contar con un Sergio García que brilló como nunca en el Nuevo
Tartiere vistiendo la camiseta azul (la temporada anterior había destacado en
otro estupendo encuentro defendiendo los colores del Zamora). No sólo fue él,
Alain parecía correr con más sentido y Señé y Susaeta provocaban ocasiones de peligro
para un Marino que jugó un partido serio, honesto, sin racanerías y con la
convicción que muchas veces parece faltarle al equipo azul.
Sergio García marcaba el segundo al inicio de la
reanudación y todo parecía encarrilado para que público y jugadores disfrutaran
de la victoria. Pero, incomprensiblemente, el Real Oviedo entró en el “modo
zombie”, mientras el Marino crecía poco a poco. Y llegó el empate, la sentencia
a un Carlos Granero que no ha conseguido darle equilibrio y personalidad al
conjunto azul en sus meses al frente de la nave oviedista. El equipo ha sido
irregular, ciclotímico, inestable y con la vulnerabilidad a flor de piel. Le ha
faltado carácter y no ha sabido demostrar su condición de favorito en
demasiadas ocasiones. Si a ello le unimos la inseguridad defensiva, la poca
fuerza exhibida en su propio campo y la nula contundencia cuando se debía
machacar, tenemos este desenlace.
El Real Oviedo tuvo la oportunidad de reivindicarse
ante su público machacando a partir del 2-0 a un Marino honrado, cuya fe le
llevó a sacar un punto del Nuevo Tartiere y prolongar sus buenos resultados
ante los grandes de la categoría. Pero no: regresó el modo zombi, ese extraño
conformismo, ese repliegue inexplicable y una falta de aplomo para mandar y
dominar como debe hacerlo un equipo que se postula como líder de la categoría.
Aún queda tiempo para enmendar esta situación. Para
que reflote la esperanza en la afición y este grupo de jugadores demuestre de
una vez por todas su capacidad. Supongo que eso mismo habrá pensado el director
deportivo Joaquín del Olmo y el consejo de administración. Aún queda tiempo
para llevar a buen puerto la nave y a no tener que recurrir a Mulder y Scully
para explicar partidos como el de ayer.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 17 de febrero de 2014