Crónicas de Vestuario. –
“A Tiempo”
Llegaba el conjunto azul a su encuentro contra el Real Zaragoza tras tres jornadas que habían servido para desatar la ilusión de la hinchada. El equipo aragonés –uno de los que tradicionalmente se le dan mal al Real Oviedo- vino a darle una tremenda cura de humildad a los de Anquela, desde la base de un repaso táctico total de los de Imanol Idiákez, que tuvieron, además, el acierto necesario en momentos clave para desarbolar de principio a fin a los carbayones.
Sorprendió el planteamiento del entrenador maño –hermano del que fuera jugador azul Íñigo Idiákez- por su atrevida propuesta, algo que no suele ser la norma en una Segunda División donde mandan la precaución (a veces, excesiva) y las defensas férreas y aguerridas. Los tres puntas del cuadro aragonés –Álvaro Vázquez, Marc Gual y Jorge Pombo- realizaron un trabajo extraordinario de presión en la salida de balón del Real Oviedo que anuló por completo su creatividad durante la mayor parte del primer acto. El gol del Zaragoza llegaría en un balón largo que superó por completo a la defensa carbayona y remató Vázquez con brillantez, además de dejar en evidencia a un Carlos Hernández que firmó su tarde más aciaga desde que viste la camisola azul. Tuvo una Yoel Bárcenas que no pudo culminar y el equipo ovetense se fue a vestuarios lleno de dudas.
Parecía que en la segunda parte el once azul podría levantarse. Saltó al campo más decidido y con un empuje que acorraló a los de Idiákez hasta la llegada del gol de Verdasca en el minuto nueve que abrió el camino para la desesperación. Allí se encontró a gusto el equipo maño que machacó sin piedad, tal como siempre resaltamos que se debe hacer en el deporte de competición. Los aragoneses tienen aprendida esa lección y encajaron otros dos más a los azules.
Cantaba Nick Cave “Accidents will happen” y cierto es que podemos tomarlo así: un borrón, un accidente, en la larga travesía de la temporada. Resolver los problemas defensivos, analizar las dudas en la salida de balón que el planteamiento maño provocó, pensar más en los ataques por las bandas, creer en la mejora en el remate y, quizás,… volver a plantar unos ajos en cada una de las porterías del Carlos Tartiere. Y machacar cuando haya la opción de hacerlo, no contemporizar cuando se entra en ventaja. Hay tiempo para levantarse, hay tiempo para creer. Y, con una afición como la azul, que animó a los suyos en las duras, como las hinchadas de verdad, las grandes, sólo cabe esperar que, pronto, con valentía y fe, pueden llegar más noticias positivas.
MANOLO D. ABAD