jueves, 20 de septiembre de 2018

San Pateo (Año 3). - Día 3. "Revivir y volver a vivir, ese éxtasis"


San Pateo (Año 3). –
Día 3. “Revivir y volver a vivir, ese éxtasis”

Hay gente que se ha esforzado tanto en encontrar un sitio que cuando llegan y se les pone el folio en blanco (la página de ordenador, vale) no tienen nada que contar y se ponen a hablar del tiempo. Que sí, que hace calor, que hay sol y tal y tal y cual pascual. ¿Para eso luchaste, borraste, eliminaste a tanta gente? ¿Para hablar del tiempo en tu columna?
Sí, hay sol y hace calor. Mira tú. 
Luego, sí, la permanente lucha de la programación tal y cual, que si esto, que si lo otro. Casi como lo del tiempo: todo el mundo sabe, todo el mundo cree. También hay que “tener” un hijo, plantar un árbol y, siempre, siempre, siempre, escribir un libro. Pues, nada, a seguir así de bien. 
Me tomo con calma el domingo, en plan futbolero y la victoria del Real Oviedo ante un equipo que tantas veces nos ha demostrado su odio hacia todo lo carbayón como el Lugo sabe doblemente bien. Va a ser un buen día. 
En el Concurso de Rock que lleva el nombre de Alejandro Espina gracias a una petición popular que impulsé hace unos años –no se pierdan el gran e imprescindible documental “Jandro siempre estarás aquí”- han tenido la gran idea de reunir a tres de los ganadores. Recuerdo muchos años de jurado, también ciertas maniobras de determinados tipejos para dejarme fuera hace ya tiempo, pero, en general, haber disfrutado con las ilusiones sobre el escenario de muchos de los aspirantes. No llego a Bisonte y casi me pierdo un poco de Los Bruscos, es lo que pasa cuando nos ponemos en plan cocinitas y con la tele en pleno carrusel futbolero. Las calles pateínas de domingo no son la barahúnda del sábado y se agradece. Cerveza en el Feijoo y a disfrutar.


Es bueno mirar atrás cuando los grupos se empeñan en reverdecer laureles: lo compruebo con Los Bruscos y me sirve para reafirmarme en el grandioso nivel que hubo en Asturias. Habré de rebuscar entre todos mis cedés tras las fiestas para encontrar algunas de las canciones que volví a escuchar de nuevo con un grupo que, recuerdo, ganó de modo incontestable. Lo mismo que les sucedió a The Real McCoyson, un punto y aparte en el rock asturiano. El rock a dos guitarras que te sumerge en el “efecto feedback”, en unas formas hoy perdidas. La fiereza con la que derrotar a tanta plañidera “americana”, el rock a dos guitarras de electricidad afilada que te lleva al mayor de los éxtasis. El rock, sí, ese rock que tantos desconocerán jamás. El rock que más me gusta. El rock que me sigue estimulando tras tantos y tantos años. El rock que me da vida para seguir luchando aunque haya momentos en que me cueste tanto. Querríamos que los Real McCoyson no desaparecieran, que, de vez en cuando, ofrecieran unas cuantas lecciones magistrales como las del domingo. Para que aprendan algunos que se apropian de esa música y de ese sentimiento como unos vulgares impostores. Seguimos necesitando demostraciones tan bravas y excitantes como las que el quinteto asturiano nos brindó.
Me voy feliz a casa. Me dio igual quién estuvo, si hubo mucha o poca gente. Cuando disfrutas de algo así, sólo uno importa. Perdonen mi egoísmo, porque me da igual todo lo demás. 

MANOLO D. ABAD
Fotos: M.D.A.


Seguimos con rock, con el Rock. El australiano, que tanto nos gusta. ¡Hala, a espabilar de una puta vez!

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