San Pateo (Año 3). –
Día 7. “El indiscreto encanto de los fuegos artificiales”
Es jueves y, por la noche, será la Noche de fuegos. Retransmitida por la tele autonómica y todo. Sigo sin entender ese entusiasmo por “los fuegos”, por esa explosión colorista que no transmite emoción alguna y que genera oleadas de expectación entre niños y mayores. Mi perplejidad contrasta ante episodios tan fascinantes como algunos amaneceres, algunos atardeceres que, sí, me producen esa emoción que embriaga a los fanáticos de los fuegos. A mí me resultan tan ajenos como un partido de cricket, pero, bueno, estamos en el país donde “Gran Hermano” ha durado el triple de años que en el siguiente lugar de Europa, o donde una fórmula tan manida, penosa y con un mensaje tan cicatero y lamentable como “Operación Triunfo” se convierte en modelo para la juventud. En fin, ¡qué le vamos a hacer!
El desayuno es un rito que hoy, sin resaca a pesar del trajín nocturno del día anterior, sabe a gloria. El café molido, dejando su aroma en la casa, el prolegómeno del placer. Se está acabando y habrá que ir un día de estos –hoy, quizás, que mañana los comercios están cerrados- a Casa Veneranda, un clásico ovetense, una tienda con encanto, una maravilla que aún permanece, activa y con gran variedad de selectos productos. Esa clase de lugares que engrandecen la ciudad, que nos permiten tener cerca clase sin alharacas. Un verdadero lujo en el centro de Oviedo. De peregrinación obligada para forasteros, de necesaria visita para los carbayones de pro. ¡Hay que saber vivir de estas pequeñas cosas, claro que sí!
Siempre nos queda el Campo de San Francisco en nuestro imprescindible trayecto por la ciudad. Observar los patos, aunque me entre una peligrosa nostalgia pensando en un estanque completamente diferente en un parque de París que hoy queda a años luz de mí.
Bueno, ¿qué? ¿vamos al lío? Pues va a ser que no, que hay que reservarse, como esos ciclistas que en las grandes vueltas se añaden a la grupeta de cola para esperar su jornada de gloria donde intentarán una escapada. El reloj vital me pide moderación, porque, después de San Pateo, esperan semanas de gran actividad. Me doy un paseo, eso sí, por la tarde, por el “recinto ferial” algo más tranquilo que otras veces para quien busque ganas de fiesta. Yo hoy, no. Se pueden quedar con sus fueguecitos a gusto, lo mismo que yo en brazos de Morfeo.
Hoy, la música es de Antonio Arias (Lagartija Nick, Los Evangelistas, ex091), verdadero fanático de la astronomía y demás… En su primer álbum en solitario “Multiverso”, incluyó esta fantástica –entre otras muchas- canción: “Miríadas”.