Crónicas de
Vestuario. -
“Sabor a vendetta”
Leo en varias webs y
artículos periodísticos en diarios de papel -mis favoritos-
análisis sobre la forma de jugar de la selección italiana de
Antonio Conte y casi me entra la risa. Porque aquí, por encima de
cualquier sesudo estudio, priman los datos que sitúan a los
transalpinos como el segundo conjunto de la Euro´16 que más faltas
realiza y el que más tarjetas amarillas ha recibido de todos los
participantes. No nos engañemos: Italia es Italia, un grupo
concebido para la destrucción del juego del rival y para aprovechar
el más mínimo error con el que transformar la atmósfera en suya.
Sí, nos queda el
recuerdo de 2012, donde se plantaron en la final con un juego que
trataba de emular a La Roja, para bien del fútbol y de los amantes
de los grandes momentos plásticos que nos ofrece este deporte. El
bienintencionado Cesare Prandelli no tuvo la suerte del Comisario
Montalbano de sobrevivir a la mediocridad dominante y acabó por
caer. Subcampeón con honor, aunque fuera derrotado, barrido diría
yo, por una selección de leyenda como La Roja por 4 a 0, no resultó
presentable a los ojos de los italianos. Porque la naturaleza
“azzurra” de especular hasta el tedio les otorga una rara visión
heroica cuando vencen, quizás influidos por Pirro y esas victorias
suyas en batallas de alto coste y exiguo resultado. Y nunca, vade
retro Satanás, una derrota concluyente y clara. Y menos, en una
final. Y menos, marcando un récord histórico. ¡Adiós, Cesare
Prandelli, olvidado para siempre en un insondable limbo!
Y regreso a los viejos
hábitos: catenaccio, guerra sucia, juego más sucio aún. Si te
encuentras a un árbitro desprevenido o timorato, los italianos
sabrán sacar más rentabilidad que un extraperlista en tiempos de
crisis. Busques donde busques, poco se encuentra en estos destajistas
de talento, capaces de armártela con el mérito más reducido. No
traten de buscar comparaciones, porque no tienen igual. Si los
ingleses inventaron el fútbol, ellos hallaron la piedra filosofal
para neutralizarlo. Tan fácil como cocinar pasta, tan difícil como
lograr que ésta se encuentre en su punto preciso.
De modo que es de suponer
que la apelación a la vendetta, a la sangre, a resarcirse de ese 4 a
0 que aún debe dolerles como una inesperada puñalada trapera, será
el hilo conductor de cada patada, de cada agarrón, de cada remate in
extremis, de cada jugada decisiva que se dilucide en el recorrido en
apariencia más intrascendente.
Los errores ante Croacia
podrían resultar letales ante una selección como la italiana, que
amortiza cada segundo como un año de vida, que valora el sabor de
cada gota como si se tratara de la cosecha entera de uno de sus
buenos vinos. Más les vale a algunos jugadores de La Roja, absortos
en su vanidad, poner todos y cada uno de sus sentidos, cada gramo de
talento y, sobre todo, de efectividad, para hacer frente a un grupo
salvaje que se viste de cordero y muerde como el más hambriento y
salvaje de los lobos.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 26 de junio de 2016