Crónicas de Vestuario. –“El valor del momento”
Salimos del estadio con una sonrisa en la boca,
satisfechos. Ha sido otra tarde de fútbol, de gran fútbol, y tratamos de
retener la euforia, por más que los números y los hechos impongan el más
rotundo optimismo. Una racha inédita hasta ahora de diez partidos sin perder es
sólo uno de los datos para la esperanza. Si miramos a la clasificación final de
la temporada anterior, comprobamos que el conjunto azul lleva ya más partidos
vencidos a día de hoy que todos los que logró el ascendido Rácing de Santander
de Paco Fernández. Sencillamente espectacular.
Pero nos empeñamos, con la razón de quien ha sufrido
un ciclo nefasto, en no lanzar las campanas al vuelo. Nos frotamos los ojos y
tratamos de disfrutar del momento. La dinámica de la competición -con unas eliminatorias
para el ascenso donde todo lo cosechado en la temporada regular será papel
mojado- impone la mesura. A ella se sumó desde el minuto uno Sergio Egea,
entrenador oviedista, y quizás los logros alcanzados procedan de esa mesura, de
ese carácter prudente y humilde.
Centrándonos en el partido, el Valladolid Promesas
era una buena piedra de toque para la racha azul. Dirigidos por uno de los
mejores entrenadores de la categoría, Rubén de la Barrera, plantearon un
encuentro de tú a tú que desmanteló las pretensiones ofensivas de un Real
Oviedo que trata de reinventarse en esta segunda vuelta, visto el conocimiento
que los equipos poseen de él. Al gol de Linares respondió, casi al instante,
Jorge –jugador de gran clase- y los azules se fueron al vestuario dubitativos
ante la respuesta morada.
El cuadro ovetense cambió el dibujo táctico en la
segunda parte y los hombres respondieron, con protagonismo estelar para Borja
Valle, que vuelve a ser ese jugador incisivo y deslumbrante que conocimos en
anteriores temporadas, un incansable Héctor Font y un eficaz Jon Erice para
dotar del necesario balance defensivo al conjunto. Dos minutos de locura dieron
el vuelco con sendos tantos del mencionado Valle y, a partir de ahí, llegó el
momento de nadar y guardar la ropa ante unos vallisoletanos que ya no supieron
responder. Fue el momento para que apareciese el siempre constante Omgba y
volviese a marcar, dando la puntilla a un gran partido frente a un rival con
mucho empaque.
El Real Oviedo se aferra a vivir el momento, no
queda otra. “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y
la energía atómica: la voluntad”, y a esa frase de Albert Einstein se aferran
todos los oviedistas para seguir creyendo que esta vez sí, esta es la temporada
en la que el Real Oviedo logrará salir del infierno.
MANOLO D. ABAD
Fotos: J.L.G.FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 16 de febrero de 2015