“Jugadores de Billar”
Paradojas de la vida: días antes
de la muerte el pasado lunes de José Avello –autor de la imprescindible obra
“Jugadores de Billar”- comentaba acerca de esa gran novela sobre Oviedo con
Luis Arias Argüelles-Meres, articulista de este diario, EL COMERCIO, a
propósito de un exhorto suyo a una gran obra narrativa que explicase los días
del gabinismo, arecismo y otros ismos que Asturias padeció con estoica figura
en estos últimos años. Le comentaba a Luis cómo mi querido amigo Ignacio del
Valle –también colaborador en EL COMERCIO- me había recomendado “Jugadores de
Billar”, la gran novela sobre el Oviedo de finales de los 80-principios de los
90, y cómo –después de quince días de espera tras encargarla- me dispuse a
devorarla en un par de jornadas. Todo había surgido a raíz de una de esas
conversaciones sobre la dificultad de hallar una perspectiva adecuada para
escribir sobre algo cercano; sobre cómo cuesta separarse de miserias, de
inquinas, de pullitas más o menos claras, para establecer el universo necesario
en el que crear una obra de sólidos cimientos.
José Avello consiguió en las más
de seiscientas páginas de “Jugadores de Billar” crear un universo propio,
verosímil, con una poderosa fuerza narrativa, un extraordinario retrato de
personajes con carne y alma –tanto los principales como los secundarios- además
de tejer una espléndida historia donde se cruzan multitud de elementos
narrativos tratados con gran destreza:
amor y desamor, obsesiones, azares, amistades y traiciones, retratos sociales
diversos, acontecimientos sorprendentes o nimios que transforman sus vidas. Una
verdadera obra maestra muy útil para manejarse en estos tiempos. El relato del
que no se enteraron los que perdieron los trenes de la juventud buscando un
amanerado blues de Chicago cuando el sonido de Gijón estallaba en sus propias
narices. De los que han tratado desesperadamente de reengancharse cual
enteradillos de pose moderna (“modelna”, decían en los tiempos de la movida) y
que, tras muchas vueltas e intentos infructuosos (y sucios), acabaron de
voceros pagados cual mercenarios en el peor spaghetti-western; ahora que les
padecemos señalando todos los defectos que, en realidad, forman parte de su
frustado ser; ahora, llega la muerte del gran José Avello, excelso escritor,
alejado de toda comidilla, indomable y perspicaz para retratar a esta ciudad
repleta de simuladores que dicen estar cuando nunca se les ve el pelo, pero que
saben lucir el flequillo para sacar el máximo provecho de la pose y de la
hipocresía.
Mucho le debe Oviedo a José
Avello y a “Jugadores de Billar”. No, no, absolutamente no, no es una novela que
crea un Oviedo literario, más bien al revés. Quizás aquellos que desconocen -o
desconocieron- los entresijos de esta ciudad que avanza lenta e incesante, con
un runrún casi imperceptible crean que es así. Sólo si una noche -tras el
circuito nocturno habitual que denostan los amargados y acomplejados, siempre
impotentes y sin satisfacción, esos que quisieron vivir la vida que les
mandaron vivir y odian (y envidian) a quienes seguimos nuestro destino sin
importarnos normas y modos sociales- uno se detiene en la plaza de la Catedral,
observa el cielo, respira profundamente y posee la sensibilidad necesaria para
captar el ritmo de la ciudad, podrá absorber la verdadera esencia del Oviedo
que José Avello atrapó como nadie en su obra maestra “Jugadores de Billar”.
Aprovecho esta plataforma para pedirle a mi querido Luis Martín un merecido
homenaje por todo lo alto en el próximo LibrOviedo. Se lo merece y Oviedo
ganará con ello, no me cabe la menor duda.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 21 de febrero de 2015
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 21 de febrero de 2015