Crónicas de Vestuario. -
“El guión”
El Real Oviedo de David Generelo parece haberse agarrado con
desesperada fuerza a un libreto no escrito en el que el fútbol pasa
a un segundo plano en virtud de dos cánones que mandan (y mucho): la
suma de puntos y el apoyo de los aficionados. Bueno es sumar, pero,
más aún, convencer. O tratar de hacerlo a base de intentar jugar
con tus armas para llegar al ansiado triunfo.
Desde la llegada del
ex-jugador extremeño del Real Oviedo, el once azul ha negado tres de
sus mayores virtudes, las que le habían otorgado una personalidad
propia y un poder impagable por los campos de la Segunda División. A
saber, por si alguien lo desconoce: las entradas por banda, la
creación ofensiva y la definición en ataque. Negadas éstas de una
forma tan flagrante que no escapa a los ojos de ningún aficionado
con horas y conocimiento de fútbol -como son muchos oviedistas- los
partidos se encomiendan a Miño -soberbio hoy en sus actuaciones, a
excepción de un resbalón en las postrimerías del encuentro- y a un
destello de Toché que suele convertirse en oro de gol. Más allá de
esto, el conjunto azul se encomienda a aquel diálogo célebre de la
película de cine negro americano del gran Abraham Polonsky “El
Poder del Mal”, protagonizada por el sensacional John Garfield:
“Sumar y restar, lo demás es conversación”. En la matiné de
vermouth dominical cabe pensar si se ha sumado un punto ante el
voluntarioso Nástic de Tarragona o si se han perdido dos en la
carrera a un ascenso que nunca estuvo tan al alcance de tantos
equipos en las últimas temporadas.
El nefasto balance como visitante no ayuda mucho a concebir
esperanzas. Suerte que ahora toca someterse al veredicto benéfico
del Carlos Tartiere por partida doble, lo cual, visto lo visto, no
deja de ser un arma de doble filo. Confiemos, esperemos.
La trayectoria fuera de casa no puede ser más desoladora: desde el
trece de diciembre de 2015 en que se venció al Mirandés por 1 a 2,
el Real Oviedo no suma tres puntos fuera de casa. Tras tres derrotas
consecutivas fuera, se vuelve a sacar un punto, para un total de
cinco empates y tres choques perdidos. No parecen números de un
equipo que desea y, digámoslo ya, por potencial bien encauzado,
trabajando sus virtudes, no transformándose en un clónico de otros
tantos, podría y debería aspirar al ascenso. Mutados en un vulgar
conjunto más, que apenas crea ocasiones, que ignora las bandas, que
rehuye de una identidad que tanto costó obtener, despersonalizado a
través de algunos jugadores rutinarios y sin compromiso, sin fe,
sólo nos queda esperar y desear en una transformación. En salirse
de este guión establecido y seguir a pies juntillas lo que escribió
el Premio Nobel Santiago Ramón y Cajal: “Lo peor no es cometer un
error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso
providencial de nuestra ligereza o ignorancia”.
MANOLO D. ABAD
Foto: J. L. G. FIERROS
Foto: J. L. G. FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 18 de mayo de 2016