Crítica. Música. -
“Luces y sombras”
THE TRAVELING ZOO
Tribeca, Oviedo.
Viernes, 22 de abril de
2016.
Había ganas de ver a The
Traveling Zoo, una de las más brillantes formaciones asturianas, un
año y medio después de nuevo en concierto y con un nuevo álbum,
grandísimo tercer trabajo “Science & Fictions”. Arrancaron
con tres magníficas canciones de ese álbum -”Deepest side of the
universe”, “Swimming on the stream” y “How long?”- mientras
una gran pantalla ofrecía sugerentes imágenes para acompañar al
grupo en formato quinteto encabezado por Fran Elías. Ya entonces, no
se les notó muy cómodos sobre el escenario, acusando lo poco que la
banda se prodiga en vivo y el uso de la caja de ritmos, que se comía
en muchas ocasiones el importante hacer de su cantante e incluso las
incisivas guitarras de J.M.Olay, otro veterano curtido en mil
batallas en grupos como Secretos de Alcoba, La Huella o Soviet
Sister. “Your speech” quedó bastante desvaída y cuando parecía
difícil remontar, entraron a escena los componentes de La Bande
Guillermo Arias al saxo y Cristóbal Iglesias a la trompeta, y
lograron transformar a la formación en unos estilizados Style
Council para redondear unos colosales “The best of me” y “New
year´s day”. Regreso al quinteto, más entonados y con más aplomo,
para repasar otro de sus hits -”Robots”- y “The noise of the
foolish”, aunque volvieron a atascarse en un maremágnum con su
electrizante “Invisible”, que hubieran querido firmar Editors.
Una nueva pausa para un emotivo y cálido dúo con Puri Peñín,
volvió a mostrar la categoría del repertorio de The Traveling Zoo
en el desnudo acústico de “Behind” y “What a lovely day”. La
vuelta al quinteto bordó, en el tramo final, la intensa “Healing”
y las dos superlativas piezas, bellas perlas pop, que son “The last
one” y “Believe me”, todo un regalo para quien disfrute de
bandas como Go-Betweens, Teenage Fanclub o Echo & The Bunnymen, e
incluso del mago George Harrison.
Para el bis se
reservaron “Solo amor” con padre (Fran) e hijo(Pablo, también en
La Bande, a la armónica) únicamente en las tablas y lo remacharon
con otro hit inexcusable que aparecía en su primer álbum “Homework”
(“Summertime in Willow Street”) y un reivindicativo “Upside
down”, también de su debut. Son The Traveling Zoo una de las
mejores cosas que le habían podido suceder al ya diverso rock
asturiano, a pesar de que no fue una noche completa sino de unos
altibajos que, empero, mostraron cómo sus aristas son aún mayores
de las que lucen en sus tres brillantes trabajos, pura delicia para
corazones necesitados de melodías y canciones pluscuamperfectas
talladas con la mano maestra de los grandes creadores.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el viernes 29 de abril de 2016
Publicado en el diario "El Comercio" el viernes 29 de abril de 2016