Crónicas de Vestuario. -
“Un pozo sin fondo”
Aquí tenemos el
resultado de la política de paños calientes: un ridículo
monumental y el desperdicio continuado de las opciones de ascenso.
Se abría la posibilidad de mostrarse fuertes, contundentes, en los
dos partidos de casa para asaltar ese ascenso que con tanto ahínco
se había perseguido hasta hacía un mes y medio, pero no. El Huesca
volvió a desnudar a un equipo convertido desde la llegada de David
Generelo en un conjunto sin recursos, una verdadera y triste
caricatura de lo que fue, un caos táctico, sin un plan de juego, sin
penetración por bandas, nulo ofensivamente y de creación
predecible. Un auténtico desbarajuste colectivo, un once en estado
catatónico, incapaz de reaccionar al estímulo de la grada, sumido
en un limbo de pases inútiles en el centro del campo, jugando a un
ritmo desesperadamente lento, presa ideal para cualquier equipo que
se enfrente a él.
No se podrán quejar
quienes llaman a la unión de los aficionados oviedistas que trataron
de insuflar ánimos en todo momento pero ni siquiera la predecible
llamada a la épica funcionó. El recurso a tres delanteros, a
encerrar al Huesca en su propio campo a base de fuerza y testosterona
con la salida de Linares y Cervero a mediados del segundo acto
tampoco funcionó. Se había desperdiciado un valioso tiempo en
tontear en el centro del campo, con movimientos previsibles, negando
las bandas como si el discurrir por estas pudiera traer consigo
alguna clase de contagio maligno. Y así, claro, poco se puede hacer
en ataque, salvo el recurso del patadón al área donde, incluso,
hubo oportunidades de anotar, tal es la capacidad de Toché cuando se
ve cerca del gol.
Lo visto en esta nefasta
tarde es un libro abierto que -ya que se conmemoraba ayer
precisamente el Día del Libro- deberían regalárselo a quienes
deben tomar decisiones: cuando hay un cáncer, lo mejor es extraerlo,
sajar. No andarse con paños calientes, porque lo que nos podemos
encontrar es un espectáculo tan lamentable como el ofrecido ante los
discípulos de Anquela. El equipo que entrena, siempre a puerta
cerrada, David Generelo parece viajar en piloto automático hacia
ninguna parte, sin ideas, sin rumbo, sin alma, sin pasión, sin
cerebro. Celebrábamos el aniversario de la muerte de Miguel de
Cervantes y quizás muchas de sus grandes palabras puedan orientarnos
en estos momentos de gran desdicha, de ver cómo se tira a la basura
con tanto desparpajo todo lo que se trabajó en muchos meses. “La
senda de la virtud es estrecha, y el camino del vicio, ancho y
espacioso”, escribió el insigne autor del Quijote. Parece muy
complicado reconducir esta nave y, mucho menos, a través de quienes
ya han demostrado a las claras su incapacidad para llevar al once
azul, convirtiéndolo en una oscura sombra del equipo que había
deleitado a la sufrida afición azul. Parafraseando a Cervantes, de
nuevo (la ocasión lo merece): “La falsedad tiene alas y vuela, y
la verdad la sigue arrastrándose, de modo que cuando las gentes se
dan cuenta del engaño, ya es demasiado tarde”. Aún quedan siete
jornadas para enmendarse.
Foto: J.L.G.FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 24 de abril de 2016