Vetusta Blues. –“Multichachiguay”
Hemos tenido oportunidad de
hablar en diversas ocasiones desde estas líneas de la que llegó a ser la
“estrella” de las fiestas ovetenses: la carpa multichachiguay donde se han
desarrollado los conciertos de pago en los últimos años. Un postizo que lleva
camino de convertirse en definitivo y que sigue asombrándonos por su capacidad
para llevarse desmesuradas cantidades de dinero de los ovetenses gracias a esa
frontera difusa y confusa de lo público y lo privado. Ahora nos enteramos que
también es deficitaria, una “virtud” más para encender el debate. También
contemplamos con cierto estupor cómo el proyecto no era respaldado por ninguno
de los grupos de la oposición y aún así seguía adelante su camino de cara al
próximo San Mateo. E incluso parece que ya hay actuaciones en firme contratadas,
como la de Iggy Pop a un precio comparativamente mucho más caro del que costó
hace veinticuatro años cuando tuvimos la suerte de verle en un abarrotado
concierto en la desaparecida sala La Real.
Todo el desarrollo de estos
hechos podría tener su sentido si no fuera porque en el próximo mes de mayo van
a celebrarse unas elecciones municipales. Y, veamos, en el supuesto de que no
saliera elegido el actual alcalde, ¿qué pasaría con todos estos proyectos? ¿Se
los tendría que “comer” el posible sucesor de Agustín Iglesias Caunedo? Desde
luego, resulta sorprendente que se den este tipo de actuaciones con ese
desparpajo, con tanta naturalidad cuando debería ser censurable que se
hipoteque a la ciudad de esta manera.
Lo cierto es que la carpa
multichachiguay ha sido una constante fuente de escándalos desde su primera
instalación. Hemos asistido, entre sorprendidos y avergonzados, a casos como
los del tipo de producción que se jactó en las redes sociales de haber defecado
en los vestuarios del Carlos Tartiere, que eran usados por los trabajadores de
la susodicha carpa. Por no hablar de los costes desorbitados o de las
“preferencias” hacia una promotora. Y, mientras, la plaza de toros en la ruina.
Y Oviedo sin recintos adecuados para actuaciones. No parece la solución el
pagar cada año una cara instalación de estas características para tapar la
escasez de recintos adecuados en la ciudad. Ni contratar a precios que parecen
de otra época, previa a la ruina de la industria discográfica. Si algo trajo la
piratería, la caída de los derechos de autor y de las ventas de discos, fue que
los artistas tuvieron que lanzarse a la carretera con mucha más frecuencia que
antaño. Y lo han hecho con unos precios que ya no son los de otros tiempos
debido a esa gran oferta en aumento. Por lo que las cifras que se manejan no
parecen muy reales ni acordes con el mercado y sólo parece que seguirán
generando déficit en un ejemplo preclaro de pésima gestión y, quién sabe, de
hipoteca para un posible sucesor en la alcaldía.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 11 de abril de 2015