Crónicas de Vestuario. –
“El juego de la paciencia”
Afrontar el tramo final supone encontrarse con
partidos complejos donde nadie va a darse por vencido. Hay mucho en juego en
todas las posiciones de la tabla y las diferencias se acortan. No se regala nada
y cada punto se gana con el mayor de los sudores. Llegaba el Marino en última
posición dispuesto a intentarlo, enquistado en la plaza de colista, pero
deseoso de recortar las gigantescas distancias que le separan de una salvación
casi utópica. Pero si existe un deporte donde los milagros y las proezas puedan
darse, ese es el fútbol. Por su parte, el Real Oviedo afronta desde lo más alto
el reto de seguir líder, de saberse superior si mantiene su concentración y su
nivel de juego. Y, por supuesto, esa racha sin perder de catorce encuentros
consecutivos.
Podría parecer una balanza desigual y el aficionado
engañarse con la tentación de un paseo sin bajarse del autobús, como en esa
frase de Helenio Herrera elevada a clásico futbolero. Pues no, mono de trabajo,
fe, concentración y esfuerzo. No hay paseos posibles y todos los equipos vienen
a presentar en el Tartiere su mejor imagen. El Marino, con bastante disciplina
táctica y el sacrificio constante del mejor Espolita de la temporada en todas
las ayudas, consiguió salir indemne hasta bien entrada la segunda parte. Cierto
es que el once azul tuvo varias en el primer acto, pero no estuvo con la
contundencia habitual.
Salió con más fe y empuje en el segundo período,
consciente de que no sólo es la paciencia sino también la determinación la que
podía decantar el partido del lado del líder. Ahí estaba Linares para volver a
anotar y decidir el choque. El Marino se diluyó en sus dudas y acabó por ceder,
provocando un carrusel de ocasiones desaprovechadas. Hubo algo de egoísmo en
algunos jugadores azules, también cierta precipitación y hasta la oportunidad
de que Rafa Ponzo se luciera. Los de Luanco habían perdido su confianza y fruto
de ello, de las urgencias de una mala clasificación, llegaban los errores. En
un clamoroso fallo de Boro, Manu Redondo aprovechó para anotar el de la
tranquilidad. Y disfrutar del relajamiento y de tres puntos más para seguir
ditanciando a cinco a un Real Murcia empeñado en mantener el ritmo. Ni siquiera
un lío de Esteban al final, provocando un libre indirecto tras el acoso de un
Draman que había desaprovechado una ocasión clarísima minutos antes, consiguió
inquietar a los de Egea. El entrenador azul aprovechó los últimos minutos para
pruebas tácticas y seguir probando las posibilidades ante todo lo que se
avecina. Decía el poeta y erudito italiano Giacomo Leopardi que “la paciencia
es la más heroica de las virtudes, precisamente porque carece de toda
apariencia de heroísmo”. Toca tiempo de paciencia y de concentración, a la
espera de rematar toda la faena construida, con gran esfuerzo, en estos pasados
meses.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: PABLO LORENZANA
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 16 de marzo de 2015