Crónicas de Vestuario. –
“Contra el muro”
Transcurridas las pruebas de líderes en casa llega
el momento de encontrarse con equipos correosos, ultradefensivos e incómodos.
Conjuntos contra los que hay que ser efectivo, sí, pero también imponer la propia capacidad
creativa y mostrar el poderío que se espera de un cuadro como el dirigido por
Sergio Egea. Sin embargo, la primera parte del encuentro contra el Zamora no se
caracterizó ni por su ritmo ni por las dosis de ambición suficiente para vencer
a un conjunto muy ordenado, con las líneas muy juntas, entregado al esfuerzo
supremo de dejar su portería a cero y esperar que alguna escaramuza al
contragolpe prosperase. Los zamoranos la encontraron con Manu Gavilán en una
gran primera parte y consiguieron llevarse un enorme botín.
El Real Oviedo del primer acto no encontró el ritmo
en ningún momento ni consiguió mandar en el partido. Movió el balón en busca
del gol pero apenas se encontró con ocasiones. Demasiado lento, incluso por
momentos algo apático ante la telaraña planteada por Roberto Aguirre. Y cuando
el equipo azul lograba rematar se encontraba con un inspirado Cantero.
La segunda mitad fue completamente distinta. El
conjunto ovetense empujó hasta sitiar al Zamora en su terreno. Infructuoso afán
pues no era el día, como una fecha no señalada donde todo se conjuró para que
la espléndida racha azul se terminara. La entrada de Borja Valle por un
desafortunado Generelo dio más profundidad y la de Diego Cervero ofreció más
posibilidades al ataque azul, buscando asociarse con el siempre intenso
Linares. Pero los rojiblancos se mostraban como un infranqueable muro,
sitiados, sacrificados en las labores defensivas, tratando de aprovechar
cualquier recurso para detener las corajudas acometidas del torrente ofensivo
de un Real Oviedo guiado por Héctor Font y Néstor Susaeta.
“Con audacia se puede intentar todo, mas no
conseguirlo”, dijo Napoleón y esa máxima se le podía aplicar al once azul
derrotado por el Zamora. Una misión imposible contra el muro. Y cuando se
perforó la portería de Cantero en un remate tras un control de Linares, el
árbitro López López (apellido que nos retrotrae a aquel jugador de los años
ochenta que vistiera la camiseta azul) lo anuló por mano del aragonés. Nada, no
había manera, era uno de esos días fatídicos en que los hados se conjuran para
malograr los objetivos. Sólo queda esperar que vuelvan los días mejores y que
sea pronto, cuanto antes. En un camino largo aparecen, a veces, piedras y
obstáculos inesperados. Aprender de los errores es el reto y superarlos, la
mayor victoria.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS
Publicado en el diairio "El Comercio" el lunes 1 de diciembre de 2014