Crónicas de Vestuario. –“Piedras”
Regresaba el Real Oviedo a La Malata, el estadio
donde peor imagen ha dejado el conjunto carbayón en lo que va de temporada con
la sonora derrota ante el Rácing de Ferrol por cuatro a uno, para enfrentarse
al Somozas, uno de los equipos de la zona baja de la clasificación. Y lo cierto
es que el once azul comenzó muy metido en la faena y fruto de ello fueron los
dos goles de Omgba –gol 5000 de la historia azul- y Susaeta. El equipo jugaba
con fluidez, al toque y con movimientos
tácticos excelentes. Los azules parecían querer aprovechar la segunda
oportunidad y poder salir victoriosos de
Ferrol.
Pero en el fútbol lo inesperado siempre puede llegar
a aparecer en cualquier momento. Cuando mejor jugaba el cuadro azul, con el
viento favorable, llegó un balón aislado dentro del área oviedista y la mano
absurda de Jonathan Vila para el consiguiente penalti. El partido cambió
radicalmente. Llegaron los nervios, las imprecisiones, incluso diría que el
miedo. El camino de piedras hasta el objetivo planteado tiene estos episodios y
superarlos marca el estar más o menos arriba en la tabla clasificatoria.
La segunda parte comenzaba con un Real Oviedo que
trataba de volver a recuperar el mando del partido. Sin embargo, fue el Somozas
quien consiguió igualar pronto el choque por medio de Luis Ángel tras un
garrafal error de toda la defensa azul, pasiva tras el despeje de Esteban a un
disparo aislado desde fuera del área. El equipo carbayón pagaba otra vez muy
caro sus despistes. Las nubes se cernían con un mal presagio de maldiciones y
oscuridad. El once de Sergio Egea parecía apagarse, mientras los gallegos se
crecían y apretaban con convicción a los azules, conscientes de que podía ser
su momento. Los espacios se cerraban, el Real Oviedo era incapaz de crear y
sufría.
Curiosamente, como si de una devolución caprichosa
del destino se tratase, cuando peor estaban los ovetenses llegó otra mano para
salvar el partido. Susaeta transformó el penalti y el equipo pareció aliviarse
un tanto, hasta que en las postrimerías del encuentro, los verdiblancos
volvieron a mostrarse peligrosos y los despistes defensivos regresaron. Fue el
momento de que Esteban se erigiera en el valladar del equipo y que estos tres
últimos puntos del año viajen a la capital del Principado.
Superar estas piedras del camino, a equipos recios y
luchadores de la parte baja, trae el premio de consolidarse en el liderato. Aún
quedan muchos meses y muchas piedras, pero terminar el año con este buen sabor
de boca permite que la esperanza, lenta, no se apague.
MANOLO D. ABAD
Foto: PABLO LORENZANA
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 22 de diciembre de 2014