Crítica. Rock. -
“A
la busca de la electricidad perdida”
HAVALINA
La
Antigua Estación, Oviedo
Sábado
8 de junio de 2013.
En los últimos años, hemos tenido que contemplar
atónitos cómo el término “indie” se despojaba del “alternativo” que le solía
acompañar desde finales de los 80- principios de los 90, cuando se gestó una
generación de nombres variopintos pero memorables como Cancer Moon, Surfin´
Bichos o Lagartija Nick. Resulta grotesco como bandas que reclamaban la
electricidad guitarrera con tal ahinco que se les llegó a etiquetar como “noise”
queden oscurecidas cuando se menta el “indie” por grupos de pop fofo y ñoño o
folkies de saldo mientras lo “alternativo” se identifica para el público
español con otro tipo de formaciones bien distintas a las que se adscribe en el
resto de Europa. Viene todo esto a cuento de los madrileños Havalina, enorme
grupo madrileño guiado por las guitarras de Manuel Cabezalí que espantará al
público “indie” adscrito a lo más ñoño y blandengue con su propuesta de un
alternativo multicolor que sabe beber de multitud de fuentes para emulsionarlas
en una propuesta personal, altamente estimulante, distinta en este erial donde
se impone el poppy más gastado y se combaten guitarras y todo lo que huela a
vibración eléctrica.
No pudo tener mejor final esta temporada de los
siempre avispados y atentos chicos de La Radio de Cristal, que sí tienen esa
amplitud de miras para ofrecer a su público opciones de gran calidad como la de
Havalina. Resulta inquietante que una banda tan sólida apenas termine de cuajar
en un público más amplio y se queden en un limbo, a medio camino de ninguna
parte, con ganas de luchar y añadir más fieles a quien se atreva a verles en
concierto, pero a un nivel menor que otros consagrados con argumentos más
dudosos. Sólo ya ese comienzo con “Norte”, valdría para derrotar a muchos de
los impostores a los que tenemos que enfrentarnos tantas y tantas veces.
Guitarras atmosféricas que crean unos climas de oscuridad neopsicodélica como
los que certificasen a principios de los 80 aventureros como Will Sergeant
(Echo & The Bunnymen), The Chameleons o los australianos Church. Pero no
sólo de esas inquietantes atmósferas se nutre Havalina, sino que también
recogen la fortaleza y furia grunge de finales de los 80-principios de los 90
(Sugar, Screaming Trees) al que suman en una simbiosis única paisajes de
slowcore (Codeine, Acetone) e incluso del post-rock más ensimismado y menos
tortuoso. Con todo ello, su rico cancionero se refleja en directo con potencia
y solidez, dejando la sensación placentera de poder disfrutar de una formación
que, en cualquier otro lugar donde los tics y modas no manden tanto como en
España, estaría afrontando actuaciones ante públicos mucho mayores. Y uno, egoístamente,
se siente bien de que sea así por haber podido ver su categoría e intensidad
tan de cerca, pero mal al comprobar cómo la tontería vuelve a crecer al amparo
de etiquetas que son sólo una nueva mentira para justificar la ausencia de
talento. El que, por cierto, les sobra a Cabezalí y los suyos. Ya les estamos
echando de menos.
MANOLO D. ABAD
Foto: MANOLO D. ABAD