Al entrar Johnny. Al fondo, el murmullo de las conversaciones, las risas y el piano, en el que se ejecuta una música bailable (la habitación tiene forma de "L" , de modo que no todo resulta visible desde la puerta). La Rubia cierra.
RUBIA: ¿Cómo te llamas, guapo?
JOHNNY: Carpenter. ¿No vive aquí mi esposa?
La Rubia lanza un grito de satisfacción.
JOHNNY: ¿Qué es lo que te parece divertido?
RUBIA: ¡Eh! ¡Escuchen! ¡Miren a quién encontré! ¡Al marido de Helen!
Un silencio parcial subraya la frase. La gente se vuelve para mirar.
RUBIA: (Cogiendo a Johnny por el brazo) ¡Pasa, precioso! Permíteme que te presente a tu esposa. ¡Helen, querida! ¿Cómo no me habías dicho que tenías algo así?
Se dirigen a la sala de estar donde se encuentra HELEN CARPENTER, de pie junto a EDDIE HARWOOD. Helen es una morena delgada y elegante, muy bonita y que no está demasiado sobria. Cuenta alrededor de veintiocho años; Harwood es mayor: frisa los cuarenta. Es una animal de buen aspecto, sólido, duro. Helen toma conciencia de la situación cuando él la sacude; dedica a Harwood una mirada superficial.
HELEN: ¡Descanso!
Se aproxima a Johnny.
HELEN: Johnny, ¿por qué no me avisaste?
JOHNNY: Quería darte una sorpresa.
La Rubia se coloca junto a Johnny.
RUBIA: (En voz alta, dirigiéndose a los presentes) ¡Quería darle una sorpresa! ¡Es una broma... o es una broma!
Uno de los invitados coge a la Rubia por el brazo y la aparta. Johnny ha dejado a un lado su maleta y ha abrazado a Helen, pero aún no la ha besado.
JOHNNY: (Con gentileza) Hola, Helen. Ha pasado mucho tiempo.
HELEN: Demasiado, Johnny.
Se besan y se separan.
HELEN: Johnny, te presento a Eddie Harwood.
JOHNNY: Encantado de conocerle, Mr. Harwood.
HARWOOD: Me han hablado mucho de usted.
Los dos hombres se estrechan la mano y se miran. El rostro de Harwood refleja una fría sonrisa, un tanto despectiva. Reaparece la Rubia.
RUBIA: (A Helen) ¿No es hermoso?
HELEN: (Con frialdad) Sí.
Helen se vuelve y se retira.
HARWOOD: (A Johnny, como si nada hubiese ocurrido) ¿Quiere beber algo?
RUBIA: No preparado por ti, desde luego. Yo le prepararé una bebida maravillosa. (Se va)
Johnny se acerca a Helen, que se vuelve para mirarle de mala gana.
HELEN: No llevas uniforme.
JOHNNY: Me han licenciado. Piensan que ya he tenido bastante. Buzz y George también están fuera. Buzz fue herido. George tiene los ojos afectados.
HELEN: ¿Buzz y George?
JOHNNY: Solía escribirte acerca de ellos. ¿No lo recuerdas?
HELEN: (Rápidamente) Oh, sí, claro. Es estupendo que hayas vuelto, Johnny. (Eleva la voz) Por favor, venid todos a conocer a mi marido.
El grupo la rodea.
HELEN: Teniente John Carpenter, de la Armada de los Estados Unidos. Acaba de regresar del Pacífico Sur.
La gente se apiña en torno a Johnny.
TODOS A LA VEZ: Encantado de conocerte.
Helen ha de estar muy orgullosa.
¿Cuánto tiempo ha pasado fuera?
Debe parecer toda una vida.
Etc.
¿Cuánto tiempo ha pasado fuera?
Debe parecer toda una vida.
Etc.
Johnny sonríe, da respuestas tontas y termina por volver a coger su maleta.
JOHNNY: (A Helen) ¿Puedo dejar esto en alguna parte?
HELEN: Desde luego. En el dormitorio.
Le indica dónde. Johnny vacila, esperando que ella le acompañe. La muchacha no se mueve. Al cabo, él se vuelve y se encamina hacia el dormitorio. Helen le sigue con la mirada durante un momento... luego ENTRA EN ESCENA Harwood.
HARWOOD: Será mejor que me vaya.
HELEN: ¿Por qué?
HARWOOD: La razón me parece bastante evidente.
Se retira en el momento en que la Rubia llega, con una copa en la mano, buscando a Johnny.
RUBIA: Eh...¿dónde está? ¿Adónde se ha ido?
Mira hacia el dormitorio y se dirige a él.
Raymond Chandler "La dalia azul" (Plaza y Janés, 1987).