miércoles, 15 de julio de 2009

Días de guardar


-¿Ha visto usted cómo iba provocando esa? -me pregunta el taxista, un canijo con muchas patillas y unos dientes con más sarro que la hostia.
-Ya lo creo, ya -le digo por decir algo.

Mal asunto. Coge confianza y pega la hebra conmigo.

-¡Ay, si yo le contara! -exclama. Luego agrega: - ¿Adónde vamos?

Joder, siempre hago las cosas al revés, siempre me da por poner el carro antes que los bueyes. Es una mala costumbre que tengo. A ver si me conciencio de una puta vez que los taxis se cogen después de que uno haya decidido adónde coño va.

-¿Adónde vamos? -me insiste el tío.
- A Capitán Haya -le respondo a vuela boca.

Pone en marcha el coche y repite por si no me enteré antes:

-¡Ay, si yo le contara!

Si hay algo que me jode en esta vida es un tío que anda con secretitos y suspenses. Coño, si tienes algo que contar, cuéntalo. Como lo pienso se lo digo. Con su poquita de mala leche y todo.

-Coño, si tiene algo que contar, cuéntelo.

Me mira de reojo y no sabe cómo reaccionar. Mingurri habemus. A éste lo pesca el Menéndez con los ojos cerrados, que ya es decir.

-¿No me iba a contar algo? -le pregunto con la misma acritud de hace un segundo.

Está un momento callado, pero un bocazas es un bocazas. Así que, tras rumiarlo, me suelta en plan Ortega y Gasset:

-Las mujeres son la hostia.

Muy original, sí, señor.

-Son la hostia -dice pluriempleándose y haciendo él mismo de eco.
-¿Por qué dice usted eso? -le pregunto, pasándome de gilipollas.
-¿Es que acaso no tiene ojos en la cara? ¿No ha visto a esa que bajó?
-Claro que la vi. ¿Qué le pasaba?
-¿Que qué le pasaba? -me remeda-. Que iba pidiendo guerra, eso le pasaba.
-¿Usted cree? -le pregunto, incrédulo.
-Si hubiera querido, me la hubiera tirado...
"Encima de mingurri, farolero", pienso.
Ve mi cara de incredulidad y se marca otra de "¡Ay, si yo le contara!". Luego aclara:
-¡Los polvos que habrá conocido este coche!
-¿De verdad? -le pregunto, interesado.
-¡Hombre! -exclama él.
-¿Y por qué, entonces, no se fue con ella y se la fumó?
-Pues porque tenía que trabajar.
Encima de mingurri y farolero, currante.

Carlos Pérez Merinero "Días de guardar" (Bruguera, 1981).