El americano alzó la pistola con dificultad. No lo veía, pero sabía dónde estaba por los gritos y los pasos. Una cortina roja le enturbió los ojos y no disparó. Los golpes de los tacones de El Bujías eran audibles.
La ametralladora comenzó antes que el reflector. Lo vio girar en medio de un cono de luz, como si bailara, caer al suelo y luego levantarse. La luz se mantuvo fija en él y pudo ver cómo movía una pierna antes de quedarse completamente inmóvil.
"Tenían los reflectores", fue lo último que pensó.
Juan Madrid "Un trabajo fácil" (Barcelona, Alfa Ibérica, 1984).