Vinilo Azul. -
“Treinta años”
Hace unos meses, charlando con Juan Codorníu -guitarrista del gran
grupo granadino Lagartija Nick- me comentaba cómo son círculos
concéntricos lo que muchas veces no encontramos en nuestra
existencia. Me quedé pensando en ello y aún hoy se repite eso en mi
cabeza. Él mismo, había regresado a Lagartija Nick, en cuya
formación original había militado, tras muchos años y, a día de
hoy, han grabado un magnífico nuevo álbum (“Crimen, sabotaje y
creación”) donde recuperan toda la intensidad de sus inicios.
El caso es que, hace unos días, volví a ver al grupo asturiano
Trash-Tornados en uno de los locales más pujantes para la música en
vivo en Oviedo: el Gong. Con una programación diversa en lo
estilístico, pues caben tanto rock como jazz o incluso flamenco, el
Gong de la mano de Sergio González ha conseguido convertirse en uno
de los referentes esenciales de la vida musical y nocturna ovetense.
Bobby González lidera a los Trash-Tornados, una formación mierense
que se maneja con destreza entre el rock´n´roll, el swing o el
blues y que acaba convirtiendo cada una de sus actuaciones en una
verdadera fiesta, gracias a su capacidad para lograr eso de lo que
tantas veces se habla y tan pocas se logra como es la conexión con
el público. Con la complicidad de Freddie Fano como invitado
especial en el último tramo del concierto, lían una parda, de esas
que muchos no olvidarán, saltando del escenario a la arena,
filtrándose entre el centenar de personas y cuajando un soberbio
show donde no decae en ningún momento el sonido, con el soberbio
saxo de Kiko Flores, el contrabajo de Pablo Souto y la imparable
batería de Pibli González marcando la diferencia.
Veo a Bobby en gran forma y siento que el tiempo no ha transcurrido,
aunque sí lo haya hecho. ¡Vaya que sí! Son ya treinta años desde
que lo viese por primera vez en un concierto en Oviedo. En la calle
Rosal, un local hoy desaparecido, de nombre Zero (es él quien
recuerda el nombre), en su piso de abajo, se marcó otra de esas
actuaciones intensas al frente de su grupo de entonces: Los
Coronados. Recuerdo que saqué varios artículos y una entrevista con
ellos en la revista española “Ruta 66”, con la que colaboré
durante veinte años. Poseían esa fuerza, esa convicción que luego
vi en otras bandas. Ese deseo de salir de las fronteras de Asturias,
de tocar fuera de ellas al precio que fuese. Acostumbrado al
conformismo de muchos músicos, que prefieren quemar el circuito
local, ellos -como me sucedió luego con otras bandas como Amateurs-
buscaban esa proyección más allá de un círculo restringido,
hacerse un nombre más allá del Pajares.
Treinta años después, aún percibo ese brillo en los ojos, esas
ganas, esa hambre. Como en un contagio, me sentí al acabar su
actuación con su misma fuerza, renovado ante las adversidades,
pensando en seguir hacia delante. Mirar hacia atrás, a veces, supone
darse cuenta de todo el camino recorrido, vivido en toda su plenitud,
con todas sus piedras, con todos sus logros que nos hacen más
fuertes para afrontar los desafíos a los que nos obligan las
circunstancias.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el suplemento "DOviedo" del diario "El Comercio" el domingo 28 de enero de 2018