Crónicas de Vestuario. –
“David Pérez Pallás: Historia de una Obsesión”
Las
grandes historias se nutren de otras narraciones que enriquecen el
tronco principal del relato. Y la historia del Real Oviedo está
jalonada por múltiples sucesos que la han hecho única y grande.
Como en muchas novelas, hay aspirantes a convertirse en némesis, en
duro adversario, en ser alguien que engrose esa historia aunque sea
desde el lugar más aborrecible. En esas está, en las últimas
temporadas, un vigués enamorado de Gijón y presunto simpatizante
del Sporting de la misma ciudad, ingeniero de telecomunicaciones y
árbitro de nombre David Pérez Pallás. Que estuviese enamorado de
Gijón y fuese simpatizante del principal equipo de la ciudad no
sería nada grave, que sea ingeniero de telecomunicaciones (no
sabemos si estudió en la facultad gijonesa), tampoco; salvo por el
otro detalle que completa su retrato a vuelapluma: es árbitro. Y
aquí empiezan los problemas.
Pérez
Pallás y el Real Oviedo han cruzado sus vidas en varias ocasiones y
los resultados siempre se han saldado con polémicas, con extrañas
decisiones, con turbios comportamientos, siempre en contra de los
intereses azules. A los colegiados se les pide que impartan justicia.
No que la repartan como si fuesen una especie de caprichosos jueces
de la horca. Pérez Pallás se parece más a uno de éstos. En sus
cruces con el Real Oviedo, sí. Pero también en sus encuentros con
el Sporting de Gijón. Si analizamos ambos, cualquiera podrá darse
cuenta de que huele más que a chamusquina. De que lo de este árbitro
que ensucia a un colectivo donde me he encontrado a gente admirable,
con gran vocación, personas honestas y cabales, con gran afición,
resulta una indignidad que debe detenerse para evitar que siga
manchando todo lo que toca.
Vamos
con los datos, pues. Pérez Pallás ha arbitrado a su “querido”
Sporting de Gijón en 8 ocasiones. Los rojiblancos han vencido en 7 y
empatado una. Ese empate se produjo en circunstancias poco
habituales: perdían 1-0 con el Murcia, hasta que los pimentoneros
sufrieron 2 expulsiones y los gijoneses acabaron empatando en el
minuto 88. ¡Todo un talismán, oiga! Si se hiciera una película con
este individuo, bien podríamos titularla como el clásico de Vincent
Minnelli que protagonizase Robert Mitchum en 1960: “Con él llegó
el escándalo”. En la pasada campaña consiguió destacar en dos
apartados: penalties y tarjetas. Sin embargo, en el ránking de
árbitros –si tomamos las calificaciones del diario “Marca”- no
destacó en exceso y ocupó el decimosexto lugar. Eso sí, lideró la
tabla de árbitros que señalaron más penalties: siete en once
partidos. También fue el primero en la media de tarjetas mostradas:
6,48 por partido. En el número de tarjetas totales no consiguió
encabezar, se quedó en la medalla de bronce de la categoría por
detrás de Gorostegui Fernández y González Fuertes.
Si
nos hemos de remitir a los datos, lo de Pérez Pallás con el Real
Oviedo es contumaz, de una sospechosa persistencia. Su primer hito
fue en Segunda B, 21 de noviembre de 2010. Choque contra la Cultural
Leonesa. Se inventa un penalti –esa gran especialidad suya- contra
los azules que supone el empate a uno. Expulsa –su otra
“especialidad” aparte de la de teleco- a dos jugadores del equipo
asturiano (Gonzalo y Pelayo) hasta que los leoneses empatan en el 88…
“Más que el error, es importante anotar el defecto para
corregirlo”, afirmaba –ufano- David Pérez Pallás en una
entrevista para el “Faro de Vigo” el 30 de junio de 2017. Parece
ser que, en sus performances (más que actuaciones, mejor
denominarlas así) contra el Real Oviedo ni hay errores, ni hay
defectos, ni hay correcciones. Sólo vergüenza y sospecha. Eso
planeó cuando en el Alavés-Real Oviedo de la temporada 2015-2016,
con 2 a 0 a favor de los vascos, anuló un clamoroso gol legal a
Miguel Linares. O cuando se cargó con un imaginario (inexistente,
también) penalty el Tenerife-Real Oviedo de la pasada campaña,
donde los azules se jugaban el aspirar a puestos de privilegio.
Llega
ahora el partido contra el Rayo Vallecano y estamos seguros de que
algo sucederá. Porque David Pérez Pallás está empeñado en formar
parte de la historia del Real Oviedo. Aunque sea entrando en la
historia negra, desde la oscuridad. Sabemos que no le importará
nada, que no habrá quien le detenga –demostrado está que sus
constantes escándalos y sus números lamentables actúan en su
favor- que ni tan siquiera le importará que toda España pueda
alucinar con sus felonías en abierto a través del canal GolTv de la
tdt. Tan sólo quedará la esperanza de que, en esta temporada, por
mucho que lo intente, sus propósitos -sus oscuros propósitos- no
vayan a llegar a buen puerto.
MANOLO
D. ABAD