Crónicas de Vestuario. -
“Prueba
de trampa”
Se presentaba el Almería para un choque-trampa ante los azules,
disfrazado de piel de cordero pero bien dispuesto para hacer frente a
la gran racha de los de Anquela. El once carbayón había empatado
dos partidos consecutivos fuera de casa que bien pudo haber vencido y
se antojaba fundamental continuar manteniendo su fortín del Tartiere
para seguir enganchado a los puestos de privilegio de la categoría.
El conjunto de un buen entrenador como es Lucas Alcaraz planteó el
partido casi como si de una partida de ajedrez se tratase, tratando
de neutralizar el poderío que el cuadro azul posee en las alas (en
el carril izquierdo Varela suplió al sancionado Mossa) y cerrar todo
el caudal creativo de hombres como Diegui Johannesson, Aarón Ñíguez
o Saúl Berjón. Con una tela de araña bien tejida en la defensa y
centro del campo, los andaluces esperaban a que la chispa de su mejor
hombre -Pozo, que siempre cuaja buenas actuaciones en el Tartiere-
pudiese saltar. Neutralizados los carriles, con un ritmo de juego
bajo, bastante lento y los de Anquela un tanto desorientados y muy
espesos, el primer acto se saldó sin apenas oportunidades claras de
gol. Un disparo lejano de Rocha, otro de Aarón a pase de Diegui o un
remate de Linares, fue el pobre balance que los locales ofrecieron en
una primera parte para olvidar.
La reanudación, en cambio, comenzó de forma diferente. Se anticipó
el Almería en una gran penetración de -¡cómo no!- Pozo que
culminó Fidel en el minuto 8 de la segunda parte. Juan Antonio
Anquela -a quien muchos habían tachado de inmovilismo en las semanas
anteriores- reaccionó de inmediato y la jugada le salió perfecta.
Cambio de sistema con la entrada del artillero Toché en lugar del
defensa Valentini. Los almerienses perdieron el sitio en el campo,
totalmente desorientados. A los dos minutos de la entrada del
murciano, éste remató como sólo los killers natos lo hacen un
centro al segundo palo de un Saúl Berjón que fue poco a poco
conectándose al partido. Los azules mostraron sus mejores minutos:
rápidos, intensos, brillantes en sus conexiones por banda y en
electrizantes recuperaciones. Once minutos después del empate, en el
71, llegó el gol de la victoria, Toché controla de espaldas, le
manda el balón de cara a Saúl Berjón que remata y con la ayuda del
poste y de René el balón se cuela en las mallas. Destacar la
asistencia de Toché, nada egoísta como les suele ocurrir a algunos
goleadores. Estamos ante un equipo solidario que busca el bien común,
por encima de cualquier individualidad. A partir de ahí, el tiempo
transcurriría a favor de los azules, muy serios en defensa con los
dos centrales -Héctor Verdés, en plan líder, y Carlos Hernández,
muy firme- resolviendo sin dudas.
El conjunto de Anquela ofrecía una nueva dimensión de sí mismos,
espoleados por una infatigable grada, sabiendo jugar con más
pragmatismo y menor brillantez que en sus citas ante Huesca y Rayo.
Es igual, el equipo mostró nuevas virtudes, supo remontar ante un
once muy serio como el almeriense desde la fe en sí mismos,
mostrando una enorme capacidad de adaptación a las circunstancias,
levantándose con fuerza. Todo eso son la prueba de un poder que, en
una categoría como Segunda División, acaba recibiendo el premio.
Premio a la persistencia, a la fe en uno mismo, al trabajo inagotable
y, también, a gotas de clase distribuidas en los momentos más
adecuados. Fe frente a trampas y confianzas. Este es el camino para
afrontar lo que queda de esta larga travesía que ya entra de lleno
en su segunda vuelta.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS