Crónicas de Vestuario. -
¿Quo vadis, Hierro?
“Nada pesa tanto como
el corazón cuando está cansado” (Juan Zorrilla de San Martín)
Hoy es uno de esos días
en los que resulta difícil ponerse al teclado y tratar de pensar con
claridad para resumir el penoso espectáculo al que hemos asistido.
Por un momento, recordamos los tristes, patéticos, insoportables,
meses de David Generelo al mando de la dirección técnica azul. Hoy
nos lo ha recordado, Sr. Hierro. Hoy hemos visto una de las peores
primeras partes de las que tengo consciencia en mi memoria, en
especial los treinta minutos de apertura. El once azul parecía estar
comenzando la pretemporada, con los tres jugadores del medio campo
moviendo la pelota como si de un rondo se tratase a la espera de dar
un zapatazo hacia adelante.
¿Es ese el juego que debe proponer un equipo que aspira a meterse en el play-off de ascenso? ¿Es esa la ambición que demuestra un conjunto con -supuestas, ya uno se plantea la duda- aspiraciones que se enfrenta a un equipo moribundo como el Alcorcón que, en ese arranque, sólo parecía esperar el tiro de gracia? Definitivamente, no. Pero ya nos hemos ido acostumbrando, Sr. Hierro, a que tire los primeros treinta minutos de cada partido, con timoratas intenciones, sin mandar, a expensas de que se obre el milagro de un zarpazo y que éste nos proporcione el gol. Pero no, hoy no era el día. Hoy tampoco cayó la suerte de nuestra parte. La mejoría a partir del 38 evidencia su total incapacidad para dirigir a este equipo. ¿Por qué no salir a por todas desde el primer minuto? ¿Por qué?
¿Es ese el juego que debe proponer un equipo que aspira a meterse en el play-off de ascenso? ¿Es esa la ambición que demuestra un conjunto con -supuestas, ya uno se plantea la duda- aspiraciones que se enfrenta a un equipo moribundo como el Alcorcón que, en ese arranque, sólo parecía esperar el tiro de gracia? Definitivamente, no. Pero ya nos hemos ido acostumbrando, Sr. Hierro, a que tire los primeros treinta minutos de cada partido, con timoratas intenciones, sin mandar, a expensas de que se obre el milagro de un zarpazo y que éste nos proporcione el gol. Pero no, hoy no era el día. Hoy tampoco cayó la suerte de nuestra parte. La mejoría a partir del 38 evidencia su total incapacidad para dirigir a este equipo. ¿Por qué no salir a por todas desde el primer minuto? ¿Por qué?
En la segunda se quiso
pero no se pudo. Los jugadores pusieron garra, pero esta tripulación
naufragaba porque ni su director técnico tiene ideas sobre cómo
alcanzar la profundidad, cómo crear, ni los jugadores ya parecen
acordarse. Otra vez, la espera de los chispazos. Y, mientras, el
Alcorcón dando metros y buscando también su zarpazo, pensando en
que la resurrección podía llegarle. Y sí, les llegó para mostrar
que usted, Sr. Hierro, no es la persona idónea para dirigir un
equipo de esta categoría. Que todo esto le viene grande. Si,
aproximándonos a cuarenta jornadas de Liga, este equipo ofrece una
tan paupérrima declaración de intenciones queda claro que usted no
sirve, Sr. Hierro. Que nos conduce a un abismo de abulia e
incapacidad. Y lo que es peor, a la eliminación de la ilusión y de
la esperanza. Esto, sin duda, es lo peor de todo. ¡Cómo ha podido
acabar con eso!
Sr. Don Fernando Ruiz
Hierro, ya no me queda nada más que pedirle su dimisión. Sabemos
que en México los jefes son muy pacientes (¡cómo si no pudieron
aguantar a un incompetente cum laude como David Generelo la pasada
temporada!) y que le van a aguantar hasta final de temporada, por lo
menos. Por eso, si quiere a esta ciudad, si respeta a esta afición y
a este equipo, hágales el favor de irse, de dimitir. Sabemos que es
usted un caballero y esto sería un acto de honor, de honradez.
Dejaría aún la puerta abierta a una reacción, a una catarsis, a
que alguien -con otros planteamientos distintos a los suyos- pueda
contagiar un último aliento con el que ilusionarnos. Porque estamos
más que hartos, cansados de ver cómo ha tirado todas las ilusiones
azules a un pozo sin fondo. Por eso, se lo pido una vez más, Sr.
Hierro, dimita.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS