Crónicas de Vestuario. -
“Suma y fin”
Segunda victoria
consecutiva, fin de una preocupante racha, suma de seis puntos para
volver a esperanzarse y... poco más. Lo visto sobre el penoso césped
del Tartiere fue la exhibición de las carencias del equipo azul a lo
largo de la temporada. Tras doce minutos electrizantes -los que
separaron el pitido inicial del gol de Toché- el once de Fernando
Hierro volvió al modo pasota, como extraído de una película de
Fernando Colomo de los años ochenta. Que el tiempo transcurra, no
sin sobresaltos y... a dejarse llevar.
Es esta una deriva que
parece haber alcanzado hasta un errático Saúl Berjón, sin la
estelar presencia ni la velocidad de la semana pasada, como una
oscura sombra sólo iluminada por su toque y su visión (eso que
llamamos clase, que se tiene o no) en destellos insuficientes para un
choque lamentable. Podríamos observar las dos caras de una misma
estampa: la presunta solidez defensiva (con un tan entonado Héctor
Verdés como un David Fernández en su versión más floja) adquiere
otra dimensión ante la torpeza de los atacantes pucelanos. La
ausencia de dominio, control y poder sobre el partido, teñida de la
más absoluta falta de aplomo para establecer un poderío sobre el
contrario tras conseguir marcar un gol, provoca apuros, deja en manos
del contrario la situación. Si es capaz de definir, adiós a la
suma. Si no, volvemos a encaminarnos a los vestuarios resoplando tras
pedir la hora. Y todos nos preguntamos: ¿realmente éste camino de
dudas va a ser el tránsito durante esta segunda vuelta?
Que jugadores como
Susaeta -con su incontestable clase- no encuentren sitio es el
síntoma de que el entrenador no acaba de dar con la tecla. El Real
Oviedo deambuló tras su gol, desmotivado, como si ya hubiera
finiquitado su trabajo. Si estableciésemos un símil boxístico, fue
como un púgil que manda a la lona a su rival en el primer asalto y
se dedica el resto a correr alrededor de él, evitando cualquier
intercambio de golpes y a expensas de que en un despiste pueda caerle
un crochet aislado que le haga perder el combate. Así se las
gastaron los azules. Intensos al principio. Gol y a la oficina, a
esperar a que el cronómetro marcara la hora de irse a los
vestuarios. Un par de intervenciones de Juan Carlos, la contundencia
-no confundida con idas de olla- de Héctor Verdés, el gol de Toché
y un par de andanadas de -¡sí!- José Fernández (con ver tan poco
ya nos parece mucho, así están las cosas) son el balance de un
equipo que, encima, no supo aprovechar los contraataques -endémico
mal- en los últimos minutos para no tener el corazón en un vilo. En
el lado de los detalles vergonzosos, el tiempo de David Rocha sobre
el campo, donde además de no dar un pase bien quedó en evidencia su
lamentable estado de forma (luego hablan de Diegui Johanesson) en una
carrera con el lateral izquierdo Ángel: le llevaba tres metros de
ventaja y el pucelano le acabó sobrepasando. Por desgracia, parece
que algunos cuentan con bula, mientras otros ni tan siquiera tienen
la oportunidad de demostrar sus virtudes. Quizás el ejemplo de
Quique Setién en el Las Palmas dando paso a tres canteranos del
filial de Tercera debería ser tenido en cuenta por estos lares.
Práctica, por cierto, que si se revisa la historia del equipo azul
siempre dio buenos resultados.
Sea como fuere, allá van
tres más para que la llama no se apague. Aunque no se convenza,
aunque haya tantos y tantos aspectos que se escapan a nuestra
comprensión e, incluso, al sentido común, bueno es seguir en la
pomada. Lo próximo, eso sí, un examen importante para ver si no
estamos envueltos en un espejismo, en un déjà vu, que sería
intolerable para todo el sentir azul.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 22 de enero de 2017
Publicado en el diario "El Comercio" el domingo 22 de enero de 2017