Crónicas de Vestuario. –
“Los ojos del pequeño
Cosmin”
En este Mundial donde hemos de acudir a los bares
por aquello de las plataformas televisivas de pago, es esencial encontrar el
establecimiento adecuado para sentirse como en casa. He tenido la suerte de
hallarlo en el Reloj de Porlier, un espacio acogedor, con un ambiente muy
agradable y, entre cuya clientela, se encuentra un niño de diez años, que no se
pierde ninguno de los partidos. Cargado con sus cromos y el álbum donde los va
colocando, Cosmin representa esa mirada distinta que transmite la ilusión que
sólo los niños pueden mostrar hacia el mayor espectáculo futbolero del mundo.
Por eso, uno aplaude sanciones ejemplares como la que le ha caído a Luis Suárez
por el tercer mordisco de su carrera deportiva, manifestación violenta e
irracional que debe ser cortada de raíz en un Mundial de buen juego y goles. No
es buen ejemplo para los ojos de niños de diez años como Cosmin ver semejante
salvajada y que, encima, algunos vengan a justificarlo.
Entre los poco ejemplificantes está el combinado
brasileño, paupérrimo grupo que fía toda su suerte a la clase de Neymar (y a la
de Thiago Costa y Julio César) y que, si la tarde no es propicia, se entrega a
la ruleta rusa de los penalties. Suerte han tenido, ya hablamos desde estas
páginas de la gran flor de Felipón Scolari, alguna ayudita arbitral también,
aunque puede que eso no sea suficiente para vencer a una pujante Colombia, que
ha despachado muy buenos partidos, con el impresionante joven goleador James
Rodríguez a la cabeza. ¿Se acuerda alguien de Falcao? Pero ya sabemos que en
los cuartos de final es el peso de la historia el que inclina la balanza. Por
el bien del fútbol, de este buen Mundial, esperemos que el timorato, miserable
grupo dirigido por Scolari no imponga su raquítico concepto que sólo produce
vergüenza ajena.
Paso a las nuevas selecciones con ilusión desmedida
y buenos argumentos como Costa Rica, que logró superar a la siempre rocosa,
incómoda y competitiva Grecia, un constante milagro de supervivencia a la que
sólo tumbó en la tanda de penalties ese magnífico portero que es Keylor Navas.
Su seleccionador, el colombiano Jorge Luis Pinto, está en las antípodas del
director técnico brasileño: ofrece propuestas tácticas inteligentes y dirige un
conjunto muy bien ensamblado que funciona como un once solidario. Uno para
todos y todos para uno, no como la canarinha, todos para Neymar…
Y Holanda, que ya ha dejado atrás a México en un
extraño encuentro donde impusieron el fondo físico, será la gran piedra de
toque para el combinado centroamericano en un Mundial que, aún sin la emoción
máxima de tener en liza a nuestra Roja, está resultando apasionante. Creo que
lo sería aún más si esas selecciones sin pasado pero con gran presente
(Colombia, Costa Rica) logran sobrevivir al peso de la historia en los cuartos
de final.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el martes 1 de julio de 2014