"De Ruidos y de Guadianas"
Son Los Ruidos uno de los dos grupos-guadiana del rock asturiano, formaciones que aparecen, desaparecen, permanecen, y, en ese tránsito, van dejando obras fundamentales. Los otros, supongo que algunos/as lo habrán descubierto, son Sangrientos, indispensables también para entender a ese rock de Asturias que busca huir de la molicie de encerrarse en pequeños circuitos, de exprimirlos hasta que no quede zumo, de huir de las cuatro paredes que impone la Cordillera, de salir más allá del Pajares, de mostrar su esplendor y diferencia.
El caso es que, a pesar de tantas idas y venidas, Los Ruidos celebran hoy viernes 17 de diciembre de 2021 su cuadragésimo aniversario y lo hacen por todo lo alto, con la grabación de un concierto en vivo en la ovetense sala Gong Galaxy, que convive muy cerquita de la Lata de Zinc en ese espacio único de Otero donde también reside y resiste la tienda de discos Alta Fidelidad. Y los recuerdos comienzan a actuar al compás de la música.
Aunque la primera vez que escuché a Los Ruidos fue en el inolvidable "Expreso de Medianoche" que tan bien conducía Enrique Bueres, cuando pinchó la legendaria maqueta que escondía el fenomenal "Motín a bordo" -y la pinchó mucho, doy fe-, tuvo que ser su primer álbum con el que definitivamente me atraparan. De aquella, en los primeros noventa, había una estupenda camada de bandas en Asturias, que yo traté de reflejar en mis textos para la revista de rock por excelencia "Ruta 66", para la que había comenzado a escribir en 1987. Más allá de las noticias que trataba de hacer llegar cada mes, insistí a mis queridos directores Jaime Gonzalo e Ignacio Julià en sacar entrevistas, directos, todo lo que se pudiera de formaciones como Los Coronados, U.H.P., Esquil y Los Mures, Johnny Radiator, Los Ruidos, Los Buges, Sangrientos, Los Más Turbados y, por supuesto, The Amateurs (quienes más buscaron su repercusión lejos de Asturias,), en un momento donde no existían redes sociales y la voz para superar esa barrera que tanto limita -y oprime- a esta tierra era una revista de ámbito nacional cuyo eco llegaba a todos los rincones del estado.
Recuerdo pasar algunas tardes en la casa de Juan Martínez de la calle Pozos, tomando cervezas y escuchando música, hablando de rock, de esos Code Blue que tanto le gustaban y de los que poseía unos vinilos inencontrables en la época. Plasmamos la conversación en una entrevista que salió a una página en el Ruta y, a partir de ahí, Los Ruidos se plantearon franquear esa frontera invisible (o tan visible que nos ciega) que separa Asturias del resto de la Península. Hicieron fortuna en la Región de Murcia y Albacete, consiguiendo muchos bolos con los que dar gas a aquella Fiat Ducato con la que tantos kilómetros recorrieron. El álbum merecía la pena: un trabajo de rock de guitarras intemporal, repleto de canciones redondas donde la caligrafía literaria de Martínez destacaba en retratos alejados de toda corrección política, con una dosis de guitarras servidas por la sabia mano de un Javi Ramos dispuesto a reivindicar su clase, temas como "Se acabó el matrimonio", "Te quiero recordar", "Acelerado" o "No estoy de acuerdo" (un blues magnífico que podría sonar junto al Gary Moore de "Still got the blues"). Un trabajo para la historia de ese rock asturiano que transita por terrenos alejados del conformismo en una época muy particular entre la movida y el indie, donde se hablaba de "underground", una variopinta escala de formaciones unidas por un espíritu libre, alejado de las esclavitudes de una industria musical que comenzaba a flaquear, reflejando la cara amarga con crudeza -guitarrera- y sin ambages de ningún tipo. Real, muy real.
El tránsito de Guadiana, en marismas de claroscuros, se detuvo en 2014 cuando Los Ruidos resucitan con un nuevo trabajo donde se recompone la formación y se trabaja en nuevo disco, con un título que define a la perfección la idiosincrasia de Los Ruidos: "Nací cigarra". Juan Martínez vuelve a creer en sí mismo tras tanto tiempo, con la ayuda de otro grande ignorado por un sector endogámico de cierto rock asturiano como Emilio Fidalgo. Menos directo, más variopinto, como si se tratara de una recogida de todo lo perdido en tan largo camino (¡casi veinticinco años!) el disco vuelve a poner en órbita a la formación con la fuerza y la credibilidad de quien desea volver desde un largo túnel.
Y llega su tercer álbum en unos tiempos de corrección política y miserias guitarreras, todo de lo que se ha alejado el grupo, e irrumpe con un trabajo eléctrico, pleno de todo aquello de lo que carece la escena en la actualidad: fuerza, convicción, energía. Una potencia arrebatadora para exterminar todo tipo de fantasmas para convencer en dónde reside el alma del rock, en guitarras de electricidad punzante y, siempre, con esos retratos certeros obra de pluma de un Juan inspirado (escuchen "La estrella y el satélite" para convencerse por si albergaban alguna duda).
Y llegamos a este 17 de diciembre de 2021 donde celebran su cuadragésimo aniversario. Sal Gong Galaxy, Oviedo. Cita ineludible.
MANOLO D. ABAD
Fotos: ALBERTO CEÁN