martes, 4 de agosto de 2020

Xuan Cándano escribe el prólogo de "Ojo Avizor"




"MANOLO D. ABAD Y OVIEDO"
Por Xuan Cándano

Alerta Manolo D. Abad en este libro, que recoge buena parte de los artículos que publicó en el periódico asturiano "El Comercio" desde 2013 a 2018, contra los profetas del apocalipsis. Pero se refiere a los locales. Me temo que los universales se habrán venido arriba creyéndose sobrados de razones, porque redacto este prólogo cuando llevo semana y media de confinamiento por el coronavirus. Como Manolo, como usted (si esto lo llega a leer alguien, porque a saber si salimos de ésta) y como todo español viviente, en lucha contra el bicho asesino.

Los profetas locales a los que fustiga Manolo viven en Oviedo y para el autor de este libro deben ser una especie de bacterias que se colaron en la ciudad para destruirla, como el coronavirus, porque del amor que este hombre profesa por el lugar donde nació y quiere morir, según dice en uno de sus textos, dan cumplida muestra sus artículos. Es una pasión que él mismo confiesa que roza la sinrazón. Por quedarse en la capital asturiana confiesa que en ocasiones llegó "hasta extremos irracionales". "Adoro a mi ciudad por encima de todos sus defectos", señala en otro de los artículos.

Pero el idilio de Manolo con su ciudad no le tapa los ojos ni le frena los dedos ante el ordenador, porque su espíritu crítico con lo que pasa y no pasa en Oviedo, con lo que se hace y lo que se deshace, con su inmovilismo y su caciquismo local, lo vinculan a otros muchos cronistas inolvidables que tuvo la literaria Vetusta, desde Clarín, que la inmortalizó en "La Regenta", a otros periodistas más recientes, como Juan Cueto, Orlando o Manolo Avello.

El amor de Manolo D. Abad por Oviedo es totalmente correspondido. Eso lo sabemos bien quienes lo tratamos, porque es casi imposible no encontrarse con este hombre por la calle, en un bar del Oviedo Antiguo, en un concierto o en una exposición. ¿Hay alguien que no conozca o distinga a Manolo D. Abad en Oviedo? Siento decirte, querido, que en esto de la popularidad te pareces a Manolo el gitano, que debe ser el personaje que más cruelmente fustigaste en tus artículos.

Con su aire de genio despistado, su ropa nada convencional, su alopecia solo presentida bajo sus vistosos sombreros y siempre con una sonrisa inmaculada, Manolo es de los tipos que te alegra el día cuando aparece tras cualquier esquina. No recuerdo jamás haberlo visto de mal humor y eso que motivos para ello tuvo y tiene como todo el mundo, y como refleja la melancolía y la decepción vital que aparecen en algunos de los artículos.

Esa jovialidad y esa capacidad para relacionarse con los demás no excluye fobias y filias, como las de todo buen carbayón que se precie. Manolo colecciona incluso un buen puñado de enemigos íntimos que aparecen en estas páginas, aunque tiene la elegancia y la caballerosidad de no citarlos nunca por su nombre, excepto a Manolo el gitano, que yo recuerde.

Que no parezca por este retrato apresurado, en medio del apocalipsis, que Manolo está contagiado por el virus del localismo. Exactamente lo contrario. Es glocal , como denominaba Juan Cueto a los que desde su aldea estaban conectados al mundo, es decir, la vanguardia de la modernidad. Por esas páginas también desfilan Madrid, Bilbao, La Coruña, Granada, París o Londres, porque Manolo no sólo viaja a esas ciudades, sino porque conoce su cultura urbana, sus escritores, sus músicos, su historia... como ya quisieran la mayoría de sus habitantes.

Leyendo "Ojo Avizor" pude comprobar empíricamente algo sobre lo que discutimos mucho los que consumimos con fervor literatura, música o cine: ¿qué nos queda en la memoria de todo lo que leemos, oímos o vemos? Puedo dar fe tras acabar el libro que prácticamente nada. Creo que leí todos estos artículos cuando salieron publicados, porque debo de ser el último mohicano de la era postal del que habla en su canción Sergio Makaroff. Y sólo recordaba algunos, en especial los de fútbol, porque entre otras muchas aficiones comparto con Manolo el oviedismo, amor este en cambio nada correspondido, porque el Real Oviedo no nos da más que disgustos.

Releer esos artículos fue un placer. Y en mi biblioteca suma una excelente incorporación. Para conocer bien el Oviedo de principios del siglo XXI, a pie de calle y ojo avizor, este libro es imprescindible.

XUAN CÁNDANO