Así comienza "Velvet Morning", el tercero de los relatos incluidos en "Amanece en Oviedo" (Turbulencias, 2020), que firma Manolo D. Abad.
"Julián Solares se despertó sin saber en qué lugar se hallaba, con esa extraña sensación que había experimentado en muy pocas ocasiones. Recordó una de ellas, en un Festival de Benicàssim, donde se levantó, aturdido, tras dormir toda la tarde con el cansancio acumulado de una noche entera en vela a causa de un largo viaje en uno de esos trenes-estrella con aquellas seis literas por compartimento donde resultaba complicado conciliar el sueño. Era la jornada inaugural, pero, al levantarse del Hotel Trinimar, había olvidado todo. Su primer verano sin pretemporada tras retirarse del fútbol profesional, la gran oportunidad de empaparse de tantos conciertos y grupos que se había perdido a causa de su desempeño como guardamenta en equipos de Primera y Segunda División del fútbol español. Se asomó a la ventana de su habitación, descorrió las cortinas y no adivinó aquel lugar. Corrió a la mesita de noche y allí, al ver la entrada para el festival, fue consciente de dónde estaba. El reloj marcaba las nueve, revisó los horarios y se dio cuenta de que tenía el tiempo justo para poder contemplar a sus adorados Doves."