El cuarto de los siete relatos que componen "Amanece en Oviedo" se titula "Érika", lo firma Marcelo García y comienza así.
"Me despierto en el asiento trasero del coche
Me he despertado tantas veces así que ya he perdido la cuenta.
Reconozco el lugar donde estoy aparcado. Es Villafría. Una de esas amplias avenidas hacia ninguna parte que concluyen en rotondas ciegas recuerdo de esa época en la que el gobierno municipal transformaba la sangre de la ciudad en hormigón, pero... no recuerdo cómo he llegado hasta aquí. El último fotograma que guarda mi cabeza es el de una botella de vodka completamente vacía y, sin embargo, no tengo resaca. Las manos me tiemblan, pero es a causa del exceso de adrenalina que todavía circula por mi sistema nervioso. La adrenalina quema el alcohol. La adrenalina lo quema todo. Todo menos los estímulos que la han generado. Los estímulos que me laten en las sienes. Me he despertado demasiadas veces así, pero este nuevo amanecer escondido en el asiento trasero del coche, es muy diferente."