domingo, 11 de marzo de 2018

Descalabro


Crónicas de Vestuario. –“Descalabro”

La maldición de la trigésima jornada –en tres temporadas en Segunda nunca se ha puntuado en la número 30- se volvió a repetir en Tenerife, con una nueva y dolorosa derrota. Ya no hay que preguntarse por un supuesto síndrome post-derbi y sí darse cuenta de que el Real Oviedo ha entrado de lleno en una profunda crisis.
Afrontaban los azules (en la noche de viernes de verde) su primer encuentro sin Ramón Folch y bien se puede decir que su sombra planeó por toda la actuación de los oviedistas. Su obligada ausencia por sanción dejó un hueco tremendo, bestial, en la medular y las soluciones planteadas por Juan Antonio Anquela no lograron más que agravar las carencias de su once. Reincidió el entrenador andaluz en situar a Juan Forlín en la medular y el resultado volvió a ser desastroso. Se perdió al líder de la zaga y nada aportó en el centro del campo, donde fue incapaz de proponee nada al juego de los astures.
El primer acto del Real Oviedo fue lo peor de lo que llevamos de temporada. Incapaces de hilar la más mínima combinación, nulos en ataque, sin profundidad ni fluidez y vulnerables en defensa. Ritmo nulo, acciones previsibles, exceso de precauciones y pases de seguridad atrás que nos recordaron las peores pesadillas vividas bajo los patéticos mandos de Generelo o Fernando Hierro. Un completo desastre que permitió a los chicharreros lograr una cómoda ventaja de 2 a 0 con muy poquitos argumentos en los primeros cuarenta y cinco minutos. El “experimento Forlín” en el medio campo no debería repetirse más. 
La entrada de Fabbrini como media punta en la segunda parte brindó un aire algo más alegre al once azul que, sin inquietar en exceso, sí ofrecía algo más de peligro y profundidad. Que el italiano vaya entendiéndose más y mejor con sus compañeros va a ser una de las claves para poder salir de este profundo pozo en el que se ha metido el Real Oviedo en estas cinco últimas jornadas. Bache preocupante al que pudo haber puesto números de escándalo el Tenerife si llega a estar más acertado en las múltiples contras que generó. Tras dos errores garrafales de Mula y de un Alberto que volvió a mostrar una dureza sólo igualada por la permisividad de los árbitros hacia ella (con especial incidencia en Fabbrini, que recibió hasta siete tarascadas, algunas de ellas muy feas), fue el conjunto carbayón el que volvió a marcar tras una falta que botó el máximo asistente de la Liga –Saúl Berjón- y que remachó de cabeza con brillantez Forlín. Los ovetenses buscaron con ahínco el empate, pero su debilidad en medular y defensa provocó innumerables huecos que aprovechó el cuadro de Joseba Etxeberría para decidir con un nuevo gol de Mula.
Señales muy inquietantes para los de Anquela. El técnico andaluz no encuentra alternativas para jugadores que parecen muy exprimidos ni ofrece variables para salir de este laberinto donde se ha perdido la profundidad y la fluidez. Ha dejado de existir la intensidad, las bandas han dejado de usarse, las combinaciones entre los jugadores más creativos no existen y todo se fía a las jugadas a balón parado.
La primera forma de salir de una crisis es admitirla y ponerse a trabajar en todo aquello que no funciona para tratar de resolverlo. Parece el momento apropiado para un golpe de timón, para experimentar nuevas variables, para buscar nuevas opciones. Las sanciones por tarjetas amarillas para la próxima jornada casi obligan a ello. Esperemos y deseemos que se encuentren soluciones para este preocupante bache. Es el momento adecuado, aún hay tiempo. Porque si no se reacciona pronto, quizás luego sea demasiado tarde.
MANOLO D. ABAD