Crónicas de Vestuario. -
“El desafío del esfuerzo”
“Bien
están los buenos pensamientos, pero resultan livianos como burbuja
de jabón, si no los sigue el esfuerzo para concretarlos en acción”
(Jovellanos)
Alegría navideña para el equipo azul, claro que sí. Todos se lo
merecen: jugadores, cuerpo técnico, dirigentes y, sobre todo, la
afición, que es quien más disfruta con ese tercer lugar en la
clasificación general. Sin embargo, en una categoría tan disputada
y con un calendario tan largo, esto sólo es un momento en el que
pararse, mirar con orgullo la tabla y tratar de seguir avanzando con
trabajo y humildad. Esos son los valores que ha inculcado Juan
Antonio Anquela y que se ha empeñado en transmitir siempre hasta que
han conseguido calar en todos los estamentos azules.
Pero de poco valdrían los mensajes si detrás no hubiera mucha
sustancia futbolística, como ha sucedido con otros vendedores de
humo como Fernando Hierro o David Generelo. Con Anquela hay empaque
y, sobre todo, hay plan. Un vestuario unido -como en los tiempos
gloriosos con Jabo Irureta al mando- obra milagros y se traslada a
una cancha donde el Real Oviedo se está mostrando en las últimas
semanas como un equipo fuerte y compacto, capaz de sobreponerse a las
adversidades como sucedió en Sevilla o conociendo sus virtudes para
derrotar a sus rivales.
Los números invitan a un optimismo que debe ser moderado, aunque, a
la vista del juego que se está desplegando en las últimas jornadas,
la afición desee dar rienda suelta a sus sueños. El papel de
Anquela, por supuesto, es el de poner a todos con los pies en el
suelo y reivindicar trabajo, humildad, esfuerzo sin descanso e
inculcárselo a sus jugadores.
Frente a la Cultural Leonesa, equipo atípico en la categoría,
entrenado por el prometedor Rubén de la Barrera, tocaba un trabajo
distinto a otros choques. El leonés es un equipo que gusta de llevar
la iniciativa, manejar la posesión y crear mucha profundidad y juego
de ataque basado en el toque. El despliegue táctico de los de
Anquela fue el adecuado en los primeros minutos, con una gran presión
sobre la parte más débil de los rivales, su defensa y su salida de
balón desde atrás. Fruto de ello llegaría el tanto de Aarón
Ñíguez -que reaparecía- tras una jugada de Diegui Johannesson. Los
visitantes parecieron despertar tras el tanto azul intentando
adueñarse del balón y del ritmo de juego en esa primera parte.
Rodri y Ariday avisaron a un estupendo Alfonso Herrero bajo palos. El
toledano está siendo, junto a Forlín, uno de los mayores artífices
de esa seguridad defensiva esencial para manejarse en la categoría
de plata. Johannesson marraba un uno-contra-uno frente a Jesús
Fernández ya en las postrimerías de ese primer acto tras un
sensacional pase de Saúl Berjón. Parece que los azules también van
encontrando su mejor tono para afrontar contraataques letales.
La segunda manga se decidió pronto con un equipo azul muy enchufado
y que volvió a anotar por medio de un Carlos Hernández que está
exhibiendo un envidiable acierto anotador. Ahí se terminó el
encuentro: la Cultural quería y no podía, mientras el Real Oviedo
buscaba la pausa a la espera de dar un nuevo zarpazo. Éste llegó
por mediación de un remate de cabeza de Cotugno tras asistencia de
un batallador Linares, que compensó su falta de acierto ante el gol
con una inagotable brega, ejemplo a seguir por todos sus compañeros.
El balance de un equipo compacto, unido, solidario y -sí, sí, sí-
intensísimo, concentrado, sin fisuras, no puede ser mejor. El reto
es perseverar en todo ello sin desfallecer, sin creerse nada que no
signifique avanzar más aún dentro de esta larga travesía. Aparecen
rachas magníficas como estas y hay que disfrutarlas, pensando en que
se deben ampliar lo más posible, gracias a esa unión que ha hecho
la fuerza. A esa explotación de virtudes que ha teñido de azul las
fiestas navideñas oviedistas. Unos días de disfrute y a recuperar
los ánimos ante el próximo gran desafío, un duelo por todo lo alto
para culminar la primera vuelta de la campaña: la visita a un
merecido líder como es el sorprendente Huesca.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico: JOSÉ LUIS GONZÁLEZ FIERROS