Crónicas de Vestuario. -
“Valor
de conjunto”
Cuarta victoria consecutiva ya, una frontera más del cuadro de Juan
Antonio Anquela, que abandona los modos de “resucitador de equipos”
que se habían instalado en las últimas temporadas, para enlazar un
favorable rumbo victorioso. El triunfo ante el Sevilla Atlético,
además, contó con el añadido resaltable de desarrollarse bajo
circunstancias tan negativas como una expulsión temprana de un
jugador azul (Yeboah) que condicionó todo el choque. A diferencia de
los cada vez más lejanos tiempos con Fernando Hierro al frente, el
equipo no se vino abajo, antes al contrario, mostró una unión como
bloque que le permitió resistir el asedio del filial sevillista.
Anquela ha logrado lo que, sin duda, deseaba: un once solidario donde
nadie se escaquea, en el que todos trabajan para todos, donde no hay
excusas ni se escurre el bulto. O entrega máxima, o derrota, ese es
el mensaje. De modo que, con una disposición en el campo bien
estructurada -unión entre líneas, sin descompensaciones- el Real
Oviedo abre una racha de ensueño en una competición tan igualada
como es esta Segunda, donde penalizan los errores puntuales, el
egoísmo, el no saber comportarse como un colectivo solidario...
Dentro de un trabajo general notable, hay que destacar a tres
jugadores básicos en este cambio de cara. El primero, su guardameta:
Alfonso Herrero ha sabido aprovechar su ocasión y parece cada vez
más consolidado en su puesto. Frente al Sevilla Atlético ofreció
un recital de buena colocación, de criterio para tomar decisiones
(salir a balones a la olla o permanecer bajo palos), de una madurez
inusitada que trae tranquilidad a sus compañeros de zaga con los que
el entendimiento es perfecto. El segundo, el jefe de la defensa, Juan
Forlín, siempre al quite de los desajustes, en un trabajo ímprobo
de mando bien secundado por sus compañeros de zaga, crecidos y
seguros gracias a su empaque. Y el tercero, un jugador a quien hemos
criticado sin descanso la temporada anterior pero que es el ejemplo
de cómo un entrenador puede marcar a un futbolista. Me estoy
refiriendo a David Rocha. Perdido en el marasmo conceptual de Hierro,
sin sitio, descolocado siempre, se ha transformado en un motor en el
medio del campo de la mano de Anquela, con un inusitado temple para
quien lo sufriera la campaña pasada, bien situado y con capacidad
para asociarse con sus compañeros. A la gran dupla que forma junto a
Ramón Folch, debe añadirse la puntería y la clase que está
exhibiendo este año en sus lanzamientos de falta. Contra el filial
sevillista anotó un soberbio gol de falta, una bendita maravilla
para el recuerdo y para que persevere en esa magnífica línea de
trabajo. Cuando uno observa su transformación se siente
verdaderamente feliz de su explosión tanto por su persona como por
el trabajo en beneficio del equipo.
A dos partidos para que concluya la primera vuelta, el Real Oviedo
mira hacia las posiciones de privilegio. Sin embargo, bueno es que el
entrenador andaluz siga pensando en el día a día, en conculcar la
necesaria unión y humildad. No perder esa perspectiva donde el
trabajo incansable como bloque es la que conduce a una situación
como la actual. Sin lanzar las campanas al vuelo, pero conscientes de
los méritos adquiridos, del duro camino recorrido y de esa esperanza
lenta de lograr el soñado premio final.
MANOLO D. ABAD
Fotos: J.L.G.FIERROS