Crónicas de Vestuario. -
“El regreso de las fuertes emociones”
Catorce años después regresaban las más fuertes emociones que
puede proporcionar el fútbol: un partido de la máxima rivalidad.
Real Oviedo y Sporting de Gijón, frente a frente, cara a cara.
Emociones al límite y un empate a uno. Antes, eso sí, la
desagradable violencia protagonizada por los ultras rojiblancos:
enfrentamientos con la policía a la llegada del autobús... ¡de su
propio equipo! Una pedrada contra el autobús del conjunto azul y los
insultos de un sujeto no identificado en el túnel de vestuarios del
Real Oviedo contra Saúl Berjón (episodio al que apenas se le ha
dado cobertura y que me parece gravísimo, ya que la zona mixta ha de
ser un lugar sagrado a salvo de cafres y descerebrados).
Una vez sobre el terreno de juego, nervios, muchos nervios, con un
Molinón repleto y muchos futbolistas conociendo en sus propias
carnes lo que es este partido. El Sporting de Gijón llegaba invicto
e imbatido y pretendió una salida en tromba para aprovechar la
euforia de su buen arranque liguero. Lo lograron y consiguieron
ponerse por delante. El Real Oviedo, mermado por las numerosas
lesiones, trató de no descomponerse, de no sucumbir al empuje de los
rojiblancos. Consiguieron aguantar el chaparrón hasta que llegara el
descanso.
La segunda parte descubrió el “efecto champán” de los pupilos
de Paco Herrera, que fueron perdiendo gas de forma evidente, mientras
los cambios de Juan Antonio Anquela permitían decantar el encuentro
del lado azul. Carlos Hernández dio un primer aviso y Toché
-siempre Toché- hacía realidad la igualada en el tramo final ante
el delirio de los mil doscientos oviedistas. Le faltó tiempo al Real
Oviedo para culminar la remontada ante unos atónitos y cabizbajos
rojiblancos que habían ido cediendo terreno de forma evidente ante
la incapacidad de su entrenador para cambiar el curso de los
acontecimientos.
El once azul volvió a mostrar garra e intensidad. Profundidad en las
bandas con un Cotugno que va a más, Mossa -adelantado en el centro
del campo, como Johannesson en la jornada anterior- y buenos
estiletes para efectuar interesantes combinaciones como Aarón
Ñíguez, Saúl Berjón o el recién llegado Yeboah. Se adivina un
gran potencial ahí, respaldado por la solvencia de un Ramón Folch
cada vez más crecido en la zona central. El centro de la defensa es
el que más preocupa, aunque el margen de mejora en todos los
aspectos invita a la esperanza. También la capacidad para rehacerse
ante situaciones adversas, algo desconocido en el Real Oviedo de la
temporada anterior.
Cierto es que la travesía no ha hecho más que comenzar, pero los de
Juan Antonio Anquela vuelven fuertes de una de las pruebas más
duras, la de un derbi ante un eterno que llegaba invicto e imbatido.
En el horizonte, un nuevo líder llega al Tartiere para una nueva
verificación de que este equipo sabe levantarse con orgullo y crecer
de la mano de un gran entrenador.
MANOLO D. ABAD