San Pateo. -
“Día
5 hasta Último Día: Viajes al fondo del estómago”
Supongo que no hay mayor coña que sufrir una indisposición grave en
plena celebración mateína. Los rostros se teñirán de una media
sonrisa irónica que achacará a los (conocidos) excesos alcohólicos
como el mal que ha provocado la susodicha indisposición. Esos
chupitos de Thunder Bitch -gracias Alex Serie B-. ..Pues no, que
cuando hay una resaca por medio, apenas si pasa un día que nos
erguimos con el alma de superviviente que nos alumbra. Que por
razones alcohólicas, pocas veces nos hemos confesado con el
retrete...
No, no y no. Una gripe unida a una gastroenteritis se empeñó en
arrasarnos en la tarde-noche premateína, justo cuando teníamos
prevista una sesión de In-Toxic dj en el Fauno. In-Toxic, elegí
bien el apodo y bien que tuve tiempo de acordarme en todas las idas y
venidas cama-servicio de la noche del martes 20 de septiembre. Eso y
unos sudores que me llevaron al borde de la deshidratación. ¡Bonito
San Mateo entre sudores, vómitos y una mendaz orquesta ambulante con
lo peor del pop latino amenizando la madrugada de los pobres (y
dóciles, protesten, joder) habitantes de la Losa! A músicos como
Pedro Conde, que se dejan la piel en las calles todo el año, que
pagan sus permisos al ayuntamiento de la ciudad, supongo que no les
haría ninguna gracia que una orquesta sudamericana, o
centroamericana, con un pertinaz deje hacia el reggaeton y al pop
latino y, por supuesto, al margen de todo tipo de permiso o
normalización, se dedicara a dar la brasa por las calles ovetenses
sin ningún tipo de control horario ni de volumen ni de localización
(más itinerantes que el Grupo Salvaje de Sam Peckinpah). En fin, el
mundo comienza a ser cada vez más de los listillos. Ya lo era de los
aprovechados y ahora ambos se unen para que el resto tengamos que
padecer sus excesos.
El bendito suero permite que pueda acercarme a trabajar, entre unos
mareos que no desentonan entre las mandíbulas desencajadas o los
cantarines beodos que tan bien dibujó el maestro Francisco Ibáñez
en sus viñetas de “Mortadelo y Filemón”, “13 Rue del
Percebe”, “El Botones Sacarino””, “Pepe Gotera y Otilio”
o “Rompetechos”. Consigo terminar las músicas para el reportaje
con el que se abre la temporada del programa de TPA “Asturias
Semanal” y regreso a casa de mi madre entre temblores. A la mía ni
me acerco: queda lo suficientemente lejos como para no saber si
llegaré...
Pasan los días con el teléfono apagado que -como ocurre en esa
habitual Ley de Murphy- al encenderlo despliega una catarata de
sonidos, mensajes, whatassps y demás comunicaciones ineludibles para
quien esté enganchado a ellos. No los necesito; sólo un poquito más
de suero.
Llega el fin de semana con otras tantas ineludibles citas de las que
paso, por supuesto. Ya he tenido que avisar al periódico - “El
Comercio de Oviedo”- de que no voy a poder escribir el artículo
para el suplemento del domingo ni para el de deportes sobre el
partido del Real Oviedo donde ha vuelto a hacer el ridículo frente
al Reus Deportivo.
Domingo. Ayer me zampé un arroz sin nada -sólo teñido por la
cúrcuma- como si fuera el manjar más increíble sobre la Tierra.
Eso, y una sopita con un poco de la carne de unos huesecillos, que
supo, ya digo, a algo sobrenatural. Nada como estar a una dieta tan
particular. Juega el Real Oviedo contra el Cádiz y me acerco al
Reloj de Porlier a ver el partido. Beni me recomienda que busque otro
lugar, ya que no está seguro -con este carrusel de canales- si lo
podrá poner. Aparece Dani y comenzamos a buscar un local donde sepan
seguro que dan el partido. Mantiene la comunicación con César
Inclán para ver cuál vamos a elegir. Acabamos en la nueva Peña
Chiribí (ahora con el añadido El Jorobu) que tiene su aposento en
el Quinto de la Tarde, en plena plaza de Riego y donde te atiende
Chan, un histórico de los tiempos del viejo estadio y de nuestra
añorado fondo y su curva donde tantas alegrías vivimos. El nuevo
emplazamiento nos da suerte: ganamos fuera de casa por primera vez en
nueve meses. Repetiremos, ya saben, eso de las supersticiones.
Al regresar a mi casa -tras cinco días sin pasar por allí- me doy
cuenta que no todo ha sido malo. Me siento renovado, libre de
ataduras y dispuesto a lo que tenga que venir como si todo lo
negativo que había dentro de mí se hubiera ido al tirar de la
cadena en una de las muchas ocasiones en que tuve que vomitar la
noche de autos camino del día de San Mateo. Quizás San Pateo haya
sido benéfico, al fin y al cabo. ¿Quién sabe? Nos vemos este
viernes 30 en La Salvaje (vuelve In-Toxic dj).
MANOLO D. ABAD