Crónicas de Vestuario. –
“Prueba general”
Llevamos demasiado tiempo esperando el momento, este
momento. Y parece que va a tragarnos en un agujero negro la interminable
espera. Nástic, Cádiz, Huesca… ¿o acaso el Bilbao Athletic? Imagínense un
ascenso en el nuevo San Mamés. Toda una cura para los contubernios euskaldunes
sufridos como inicio de un ciclo fatal para el que atisbamos una luz al final
del túnel. Una luz equívoca, no sabemos si brillante o tenue. A la vista de los
últimos dos meses de competición, de este extraño tránsito donde la euforia se
retiene y la cautela deja el terreno abonado para los agoreros de la tribu, en
el que el equipo ha perdido chispa y velocidad, los fantasmas del dolor y la
oscuridad parecen querer revivir con fuerza. Y en la gran fiesta dominical, con
más de veintisiete mil almas en el estadio, las dudas desean renacer. Pero,
¿qué está pasando? Qué ocurre si deberíamos celebrar y no estremecernos con
temblores de lo que podría suceder si…
Y es que el cuadro azul volvió a desperdiciar muchos
minutos en un absurdo tanteo que anula su innegable pegada, en esos arranques
indolentes donde apenas hay velocidad y combinación, en los que el balón se
mueve, rezongón, de un lado a otro, con escaso sentido, dormido. Me da igual
que sea en la delantera que en la defensa. Precisamente, en uno de esos
tuya-mía absurdo surge un penalti surrealista a favor de los convidados
gallegos, gran temporada la suya, que hicieron el pasillo al inicio del choque.
El despertador sonó, y, de repente, volvimos a recordar en pequeñas gotas a
aquel once azul que se fajaba con clase y puntería frente a unos aspirantes hoy
carne de pasado.
Empató Omgba con otro de esos chupinazos suyos en la
frontal que tanto nos gustan a los ovetenses, como un homenaje al legendario
entrenador azul Mr. Petland y esa forma tan británica de resolver. Volvería el
gran Jon Erice –aprovecho para destacar su temporadón como imprescindible faro
oviedista- a remachar con idéntica resolución la victoria en el segundo acto,
donde se vio a un cuadro azul más despierto y ágil, pero sin esa tensión
requerida para las grandes ocasiones.
Reconocía, con su habitual honestidad, el entrenador
azul Sergio Egea que el equipo había carecido de intensidad en muchos momentos,
algo lógico dado el futuro que espera y el haber conseguido dejar los deberes
hechos con antelación. La duda, sí, la gran duda es la de saber si este
evidente bajón de las últimas semanas es real o sólo un camuflaje para no
asustar demasiado a los equipos con los que hay que cruzarse de cara al gran
objetivo.
Ya falta menos. Enfríen el champán en la nevera.
Permítanse el lujo de abrir una botella de Ramón Bilbao Gran Reserva 2008 como
la que mi querido y admirado músico Fran Elías (The Traveling Zoo son una de
las sensaciones del último rock asturiano) me regaló hace unos días y disfruten
del trago con mesurada satisfacción. Que lo bueno, ese final del túnel horrible
donde nos metieron algunos que hoy miran para otro lado y que deberían pagar en
las próximas urnas como justa penitencia, está cerca, se ve su final y será una
proeza digna de un grandísimo histórico, con una historia apasionante como es
el Real Oviedo.
MANOLO D. ABAD
Reportaje fotográfico:J.L.G.FIERROS y PABLO LORENZANA
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 11 de mayo de 2015