Crítica. Música. –
“Rock,
sudor, sexo”
JON SPENCER BLUES EXPLOSION+LAS NURSES
Sala Albéniz, Gijón.
Jueves, 22 de mayo de
2014.
Ante las demostraciones
contundentes, las etiquetas pierden sentido o, quizás, quién sabe, lo ganan más
aún. Fue una noche de aforo completo y de demostraciones rockeras con fuerza,
contundencia y convicción. Toda una celebración del rock de territorios resbaladizos,
poco cómodos, alejados de convencionalismos, dando sentido total a la palabra
alternativo a través de dos expresiones musicales incómodas de dos grupos que
se alejan de los clichés para mostrar su voluntad rompedora e indómita.
Abrían los ovetenses
Las Nurses, cuarteto de chirriante after-punk, un abrasivo compendio de fuerza
oscura, contundente e incómoda, que se mostró en todo su esplendor de paisajes
donde Bauhaus se cita con P.I.L. y Parálisis Permanente –sí, los párrafos menos
conocidos de la llorada leyenda de la movida madrileña- con la catarsis de los
más infecciosos Killing Joke. Pero todo bajo un prisma obsesivo, pintado de
negro y en tinieblas, atizado por una formación sumamente compacta que sólo
sigue sus propios dictados, sin importarles nada ni nadie (muchos menos, farsas
de premios y festipremios que, como a muchos en esta tierra, demasiados, les
ignoran). Puro espíritu de finales de los 70. John Lydon se quitaría el
sombrero ante ellos.
La pérdida de dimensión
de las etiquetas consiguió reducir para muchos (y, sobre todo, en España) la
amplitud de la palabra “alternativo”. Que no es más que una oposición a lo
convencional, pero que se pegó con calzador a un tipo de grupos grunge que
rozaban el metal con unos formulismos muy claros. Nada quedó de aquella
denominación creada para muchos de los grupos y artistas de finales de los 80 y
principios de los 90 que reventaron convencionalismos desde muy distintos
puntos de partida aunados por su independencia y su búsqueda intrépida de nuevos
territorios sónicos. Años después, se les encerró como indies y tan contentos.
Entre ellos, Jon Spencer Blues Explosion transitaron como ejemplares
equilibristas entre la deconstrucción de las raíces del rock y del blues (y del
garage-punk y de tantas otras buenas sensaciones) conectados al hilo perdido de
los Cramps, y las sensaciones insufladas desde Seattle por bandas como Nirvana
o Screaming Trees, bien mezcladas con un inevitable toque underground. Un
compendio mágico que les otorgó consideración y jerarquía en el revuelto y rico
panorama del rock de los 90. De vuelta de mil batallas, el trío vuelve a salir
a por todas, con una fuerza contagiosa donde se mezcla su esencia rockera de
sudor y sexo, puro sexo, para ofrecer una propuesta que sabe poner a sus pies a
los oídos más exigentes. Para los poco avezados, tamaña demostración de poderío
les puede chocar –aún recuerdo muchos rostros alucinados del público en su
concierto del FIB´99- e incluso golpear hasta dejarles noqueados. Pero esas son
algunas de las pruebas que hacen de noches como la del jueves una portentosa
experiencia del rock más lujurioso e inquieto. Guitarrazos donde la esencia más
salvaje del rock se condensa para alcanzar grandes momentos, un auténtico
conciertazo.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 24 de mayo de 2014