Vetusta Blues. –
“CTA”
CTA son las siglas del Consorcio de Transportes de
Asturias, la entidad que gestiona el billete único que permite moverse por la
geografía del Principado en tren y autobús. Por toda Asturias excepto por
Oviedo.
Cuando se interpone la política a las soluciones que
benefician a los ciudadanos de a pie entramos en ese lodazal de intereses
ajenos a la población. Durante unos años he sido un usuario habitual de este
billete, personalizado en una tarjeta que se renueva cada mes, y sólo puedo
hablar maravillas de él. Tiempo y dinero que se ahorran para quienes utilizamos
el transporte público, que me permitía desplazarme a mi trabajo en Gijón y por
la villa del Piles con comodidad y rapidez. Sin embargo, en Oviedo, no. En la
capital del Principado se encontraron desde su equipo de gobierno razones
suficientes para hurtarle a la gente una posibilidad de ahorro tanto económico
como de tiempo. Un error que a día de hoy lastra a la ciudad, a sus vecinos y a
quienes se desplazan desde otras poblaciones. Todo por el empeño en trasladar
una confrontación política a un campo donde son los ciudadanos los principales
heridos. En ese teatro amañado de palabrería hueca, de política vana y vacía y
de perjuicio a los usuarios de los medios de transportes públicos es en el que
nos hemos movido los ovetenses en estos años de funcionamiento del billete
único.
En los últimos meses la situación se ha invertido y
han comenzado unas negociaciones para incorporar a la ciudad en el billete
único. Una sabia decisión que, sin embargo, se encuentra en esa fase kafkiana
de la eternización del asunto. Penetramos en “El Castillo” de Franz Kafka y
aquí todo son trabas, idas y venidas, reuniones que sólo conducen a una nueva
nada, casi como lo que lleva camino de suceder con la plaza de toros ovetense.
Nos introducimos en un túnel donde el problema permanece atascado, sin
solución, mientras el tiempo discurre, ajeno e implacable para que nada cambie.
Un limbo peor aún que un enfrentamiento directo, en el que se trata de llevar
al olvido perverso, que sólo resucitará en los encendidos discursos de una
nueva convocatoria electoral.
Y no. Esto no debería ser así, aunque, por
desgracia, parezca la rutina en la que nos hallamos, mientras el ciudadano
contempla, cansado, harto, con estupor, cómo las decisiones importantes sobre
su realidad diaria no llegan. Pónganse a la labor, negocien y muestren que uno
de los fines principales de la política –quizás ya olvidado excepto en tiempo
electoral- es solucionar los problemas de los ciudadanos y hacerles la ya de
por sí dura vida en algo más llevadero.
MANOLO D. ABAD
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 11 de enero de 2014
Publicado en el diario "El Comercio" el sábado 11 de enero de 2014