Crónicas de Vestuario. –
“Cambios”
El Real Oviedo vive un momento de cambios en su ya
habitual devenir de turbulencias de esta última década. Los cambios introducen
siempre un matiz de desasosiego, de incertidumbre ante lo que vendrá, quizás de
temores, que si miráramos hacia adelante, al camino que nos queda por recorrer,
no deberían ser tales.
El Grupo Carso se decidió, por fin, a tomar las
riendas del destino del Real Oviedo y se afronta un año pleno de retos y, por
supuesto, de cambios. Casi podríamos ponerle la banda sonora con aquel tema de
David Bowie “Changes” o, incluso, atrevernos a pinchar la canción homónima de
los eminentes (y olvidados) Sugar. Más allá de la música y de los propios
cambios, la cuesta del mes de enero se presenta como una oportunidad propicia
para el asalto a los puestos de privilegio y a consolidarse en la parte alta de
cara a los meses trascendentales que están por llegar. Con la fuerza de un
respaldo institucional diáfano, sin medias tintas, ese objetivo se presenta más
claro. Y más aún si se empieza a apuntalar el que ha sido el talón de Aquiles
del conjunto azul en la primera vuelta: su respuesta en el Carlos Tartiere.
Vencer ante los propios aficionados se presenta como el eje sobre el que el
proyecto de Carlos Granero pueda encaminarse con claridad hacia el objetivo del
ascenso a la Segunda División.
El partido contra el Burgos mostró a un equipo
ovetense muy preocupado por cerrar la contención en el medio del campo. En la
primera parte destacó la figura de un monumental Pardo como medio centro
defensivo, al que no acompañó tanto como hubiera sido deseable Jon Erice, lo
que hizo resentirse la capacidad creativa. En esa guerra de guerrillas, física,
el defensa valenciano reconvertido a centrocampista hizo honor a las estrofas
del himno azul, mostrando un orgullo, valor y garra que no acabaron de
contagiar a sus compañeros, pero que estuvieron presentes para que no reaparecieran
los despistes. Y tuvo que ser en una jugada a balón parado –otra más- en la que
el cuadro carbayón resolviese el partido de la mano del gran capitán Diego
Cervero que ponía fin a una mala racha personal de dos meses sin anotar. La
segunda parte no sirvió para rematar el partido, otra de las asignaturas
pendientes del equipo, pero la figura emergente de un gran Susaeta, jugador con
muchísimo que aportar al equipo a poco que consiga encontrarse a sí mismo como
en la matinal ovetense de ayer, evitó mayores complicaciones.
Tiempo de cambios pero no de miedos ni de derrotas.
Porque aunque, a veces, los desafíos parezcan llevarnos a callejones sin salida
o a la oscuridad y a la incertidumbre, al final es el valor con que sepamos
afrontarlos el que nos empujará a nuevos horizontes. Esperemos que en este 2014
ese horizonte nuevo sea el del soñado ascenso.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el lunes 6 de enero de 2014