Crítica. Música. -
“Tiempos
viejos, tiempos crueles”
ILEGALES
Festival
Metrópoli, Gijón.
Sábado
6 de julio de 2019.
No,
ya no son tiempos nuevos, ni tampoco salvajes. Llega el retroceso
cíclico tras la doma y hay que regresar al filo, al punk, a situarse
justo en el lugar donde el rock vuelve a manifestarse como elemento
necesario para rebelarse. Sí, suena a antiguo, pero contemplando el
panorama donde regresa Eurovisión, se perpetúa OT y las noches se
ocupan con impostores creados para esquilmar a los autores más
modestos, quizás sea imprescindible ceñirse a las guitarras, a las
pequeñas revoluciones privadas. Y, sin duda, no hay mejor banda
sonora que la de unos recuperados Ilegales, tras atravesar su
particular y bíblico desierto de cuarenta días (que fueron muchos
más): la muerte de nuestro querido y añorado amigo Alejandro
Espina, una enfermedad seria como la tuberculosis que afectó a Jorge
Martínez, cambios de mánager, vicisitudes diversas que los
obligaron a reinventarse, a buscarse en el fondo del pozo. Allí
hallaron la piedra filosofal de encontrarse en un retorno a lo
básico, a lo más directo, a la concreción, tras dar muchas vueltas
alrededor de la nada.
Así
se presentaron en el Metrópoli gijonés que nunca había visto en su
escenario principal algo a lo que se pueda llamar “rock” con
mayúsculas, sin excusas, sin historietas, directo al estómago y
benéfico para todos los sentidos. La Fender Stratocaster Pink
Paisley no tuvo descanso ni dio tregua en las manos del calvo
avilesino, que sacó todo el provecho posible respaldado por un
estólido elenco a tres, básico, contundente, ejemplar. Sin
alharacas, sin innecesarios alardes más allá de la prodigiosa
pulsación del guitarrista asturiano, Ilegales rescataron su leyenda,
la honraron como sólo los muy grandes son capaces de hacerlo.
Ahora
que contamos décadas con los dedos de la mano, ahora que vemos
esfumarse las ilusiones de lo que pudo ser y no fue, ahora que
vuelven los tiempos viejos que se empeñan en regresar con toda su
crueldad, ahora es cuando más necesitamos que las guitarras, sin
concesiones, sin vanas excusas, en toda la electricidad y
contundencia que son capaces de ofrecer, sin domesticados acústicos
para esos advenedizos que ocupan espacios que no merecen, sin
impostores que no lo vivieron ni lo sentirán jamás, ahora es cuando
más hacen falta conciertos como el que Ilegales desplegaron en la
noche del sábado en Gijón.
Publicado en el diario "El Comercio" el lunes 8 de julio de 2019