Hoy martes 14, en su columna del diario "El Comercio", el escritor Iván de Santiago escribe sobre la Ruta Gastroliteraria de "Sucedió en Oviedo".
"SUCEDIÓ EN LIBROVIEDO"
Por IVÁN DE SANTIAGO
Cuando me siento a escribir estas líneas me doy cuenta de que es el cuarto consecutivo que hablamos de Cultura y eso, permítanme que me alegre, ya es una gran noticia. Que conversemos de actividades culturales en esta ciudad y esta región, y no sólo de alguna debacle económica, política o demográfica, ya es suficiente para alegrarse y quizá cerrar un párrafo con un emoticono de alegría.
Saben ustedes que se celebra LibrOviedo desde el pasado viernes en Trascorrales. Siempre comentamos algo al respecto en estas páginas. Y saben ustedes que hace mucho tiempo que los libros se venden mal, y que, por supuesto, no se venden solos.
Hace tiempo que las presentaciones, las giras, las entrevistas, las redes sociales, son un instrumento imprescindible para que, los que seguimos tan locos como para hacer literatura en esta tierra, podamos vender libros. Y con ello, abrir la mente a nuevas ideas, proyectos, actividades, que hagan que los lectores participen de lo que se cuenta en las novelas, a convertirles en nuevos protagonistas, saltando de las páginas a los lugares en que se ubican, transformándoles en detectives, en malvados, en amantes secretos, en héroes o en villanos.
El pasado sábado, dentro de LibrOviedo 2019, tuvo lugar una ruta literaria por los escenarios de "Sucedió en Oviedo", ese magnífico libro de crímenes de aventuras, de amores, de muchas cosas que no les cuento (lo tienen en Trascorrales hasta el domingo para saciar su curiosidad) que tienen como escenario las calles, plazas y bares de nuestra ciudad.
De la mano de Lauren García, Marcelo García y Manolo D. Abad, recorrimos varias calles y plazas que se reproducen en las páginas de esa antología de ovetenses que colocaron sus historias en ellas. En las que conocen y dominan, en las que viven diariamente, por las que circulan a altas horas de la noche y donde, en sus relatos, llevan a sus personajes.
Y allí, en una mañana preciosa de mayo, avanzamos en grupo por los lugares en que Ovidio Parades sitúa a su personaje en un bar en la plaza del Riego, donde Marcelo García lleva a uno de los suyos tangencialmente por la calle Mon (inevitable, por supuesto), donde Lauren García lo transporta a El Campillín, donde Manolo D. Abad nos contó qué significa para él y para sus creaciones la plaza del Sol, tan distinta ese sábado a las doce de la mañana del mismo sábado doce horas después. Y caminamos por Oviedo, y sucedieron cosas, y hablamos de literatura. Y de crímenes, y de robos, y de aventuras literarias en una ciudad eminentemente literaria. Y pasamos frente a Ana Ozores, y saludamos a William B. Arrensberg, y comentamos cien relaciones de bares y literatura, de parques y literatura, de oscuras calles y literatura.
Y todo fue literatura, y eso es lo importante. En el escenario maravilloso de esta ciudad y de mano de cuatro magníficos anfitriones, nos sentimos protagonistas de una aventura. Esa es la magia de la literatura. Nos transforma en personajes, y ese papel no hay dinero que lo pague. Es novela, es relato corto, es Oviedo. Poco más se puede pedir.