lunes, 17 de abril de 2017

Los resucitadores


Crónicas de Vestuario. –
Los resucitadores”

Definitivamente, el Real Oviedo ciclotímico de Fernando Hierro no parece tener solución en esta temporada. Equipo vigoroso en casa y débil, extremadamente frágil, fuera del Carlos Tartiere. Lugo se planteaba como una inflexión, ese momento de la temporada en que hay que dar un puñetazo en la mesa, afirmarse, definirse como un aspirante serio y fiable. Más aún cuando tres mil gargantas estarían apoyándolos en el desplazamiento a un territorio sumamente hostil y con tantas cuentas pendientes con la afición azul como es Lugo.

Pero no. Los de Hierro volvieron a decepcionar. A caer, de un modo que resulta incomprensible. En una nueva versión que aboca al mismo final. Bonitas se pusieron las cosas cuando el cada vez más grande Toché largó al fondo de las mallas uno de sus zarpazos poniendo a los carbayones por delante, nada más empezar el choque, con todo a favor. Cualquier equipo en la máxima competición sabe –o debería saber, uno empieza a dudar, visto lo visto en esta lamentable tarde gallega- que, cuando se pone por delante en el marcador, hay que machacar, hay que destrozar al rival. Que no se pueda levantar. Que no haya lugar a la duda. Pero este Real Oviedo se dedica a diluirse, a contemporizar, a dejar con vida a quien se muestra maltrecho, a que en un domingo de Resurrección la abulia, la falta de intensidad, el ir a verlas venir, la autocomplacencia generalizada, den vida al rival hasta que resucite y termine por vencerles.

Enfada ver este espectáculo lamentable. Pero, también, contemplar cómo Fernando Hierro vuelve a insistir en todos aquellos defectos que parecían superados: la negación de las bandas, la falta de profundidad, la ausencia de un mínimo control del partido, el conformismo generalizado, una atonía perniciosa, lo previsible de cada movimiento ofensivo (es lo que pasa cuando uno niega con insistencia mendaz la penetración y el despliegue por las bandas), la ausencia de ritmo y de intención.
Ha insistido en los últimos encuentros Fernando Hierro en regresar a José Fernández en detrimento de Diegui Johanesson. Los resultados: el brillante rendimiento de Susaeta se ha reducido escandalosamente (tristemente), no hay profundidad y el equipo pierde una pegada básica para aspirar a algo más que no sea un conformismo que no se corresponde ni con la historia del conjunto azul ni con la ilusión de la grada.

Hay quien llama a la calma en las aspiraciones pero siempre pongo un ejemplo que podrán comprender. Imagínense que las circunstancias les permiten una charla con Monica Bellucci, que se atraen y que tienen la posibilidad de un flirt, de una historia de amor con ella. ¿Renunciarían? Pongo este ejemplo desde mi heterosexualidad, si fuera mujer, cambien de pieza por, no sé, George Clooney… Bueno, creo que me entienden. ¿Desaprovecharían esa posibilidad?

En esas estamos. En la disyuntiva entre lo que se dice y lo que se demuestra. En fiarlo todo al Carlos Tartiere. En conformarse con los playoffs cuando se debe ambicionar lo máximo. En conformismo. En falta de intensidad. En resucitar a muertos hasta en un partido que se había puesto tan a favor como éste. Las oportunidades están para aprovecharlas. Es el momento. ¿Quién dejaría marchar a una Monica Bellucci? Crean, contagien, deseen. Y, por favor, no vuelvan a las variantes tácticas que nos hicieron naufragar. Porque ese camino, ya está demostrado no conduce más que al fracaso. Como en esta triste tarde de gallega que mina cualquier esperanza, que frustra, con ese penoso conformismo que no se merece la sufrida afición azul.

MANOLO D. ABAD
Foto: J.L.G.FIERROS