Crónicas de Vestuario. -
“Extraña comodidad”
La espléndida tarde de primavera se presentaba con los mejores
augurios. Por la mañana, el Vetusta se imponía con orgullo, valor y
garra al filial del rival eterno, sacando sus mejores virtudes tras
la temprana expulsión de Asier en el arranque del segundo acto y
rubricando un choque de la máxima por un 0 a 1 para la esperanza,
que mereció ser mucho más amplio.
Arrancó vertiginoso como casi nunca en esta temporada el partido y
Toché volvió a mostrar quién es. Nadie diría, al contemplarle
horas antes, bien temprano en la mañana, paseando junto a su
mascota, con aire distraído, por el Campo San Francisco, que se
trata de una especie en vías de extinción o, al menos, buscada
desespradamente: la del goleador natural o, como se decía hace años,
nato. Un killer nato que no acostumbra a perdonar ni una y que, si es
necesario, se la fabrica él solo, a lo Juan Palomo, como en este
encuentro ante el UCAM Murcia. Huele un balón alto que rompe a la
defensa rival, lo observa, se sitúa, controla, avanza y remacha.
¡Gol! Con zarpazos así, quién necesita más juego. Partido
resuelto y a deslizarse por los minutos ante un inoperante conjunto
murciano. Otros quizás hubieran machacado, pero los de Hierro son
como ese ciclista que ahorra fuerzas para el momento decisivo que aún
no se sabe si llegará, pero que se espera con ansia por todos.
Primer acto resuelto.
La segunda parte se la entregaron a los murcianos y éstos no
supieron qué hacer con ella, más que someterse al abrazo de
brusquedades absurdas mientras trataban de progresar metros en una
versión rugby del fútbol que tantas veces hemos tenido que
soportar. Finalmente, su propia desesperación generó los huecos y
el once azul resolvió con comodidad, con una extraña comodidad, un
choque no menos raro. Quizás sea la dinámica de la categoría, o la
propia trayectoria de un Real Oviedo que se ve sólido y avasallador
en casa en la misma medida en que se ha mostrado demasiadas veces
lejos de su feudo timorato, blando e inseguro.
Se aproxima el momento de la verdad y ya va siendo hora de que
algunos jugadores comiencen a espabilar, a redondear sus actuaciones.
Se observan flaquezas como en el apático Saúl Berjón que sólo
ofrece discontinuas gotas de su incontestable clase o en un Michu al
que delató un flojísimo remate en un balón que, en otros tiempos,
habría resuelto con garantías. Sólo queda esperar su mejoría y la
del equipo ante los grandes retos que se muestran en el horizonte.
Decía el empresario estadounidense Lee Iacocca que “quien no se
desafía a sí mismo, se apoltrona”. Tiempo es de aplicarse esas
palabras del creador del Ford Mustang y embarcarse en este desafío a
nueve jornadas y, quién sabe, un playoff.