Vetusta Blues. –
“Mafalda y su estatua”
Lo reconozco: no soy de los que
leyeron a Mafalda a fondo, de quienes la siguieron (y la siguen) con dedicada
fidelidad. Lo mío fueron y son los cómics del grandísimo Francisco Ibáñez:
Mortadelo y Filemón, el chispeante Botones Sacarino, Rompetechos, Pepe Gotera y
Otilio. Atrapado por sus mundos, ya no entré de la misma forma en el de
Mafalda, quizás para una edad más avanzada en la que mi tiempo se detuvo en
otras disciplinas. Sin embargo, cuando saltó la noticia del Premio Príncipe de
Asturias de Comunicación y Humanidades para Quino me alegré muchísimo, en gran
parte por lo que supone de eliminación de todo ese olor a naftalina que, tantas
veces, desprende la supuesta y engolada “alta cultura”.
Más alegría aún me dio el hecho
de que se le dedicara una estatua a Mafalda, gemela de la bonaerense, y que,
además, tuvieran el buen gusto de situarla frente al Estanque de los Patos del
Parque de San Francisco, ese lugar emblemático para los ovetenses que algunos
desalmados pretendieron horadar para construir un parking más. El pasado martes
me lancé a buscarla, consciente de que –dado el carácter de este país- la pobre
iba a durar poco entre nosotros. No pude sentarme a su lado hasta el jueves por
la noche, tras regresar del concierto de Fee Rega en Toma 3, ese envidiable
local gijonés donde cultura y copas se abrazan como en pocos establecimientos
en Asturias. Nada más llegar de nuestro periplo por la villa del Piles, Ella y
yo corrimos a ver esa recoleta –como Oviedo- estatua. Un vehículo de la Policía
Local vigilaba que ningún cafre cometiera ninguna bestialidad y allí,
escrutados por su mirada, nos sentamos. Ella, más osada, la abrazó y acarició
mientras recordaba las carcajadas de su hija cuando leía a la gran creación del
dibujante argentino. Algo similar me había contado mi madre que me sucedía en
mis tiempos infantiles con las lecturas (e innumerables) relecturas de los
volúmenes de “Magos Del Humor” ideados por Francisco Ibáñez, a quien alguien
debería tener en cuenta para futuras convocatorias de los Premios Príncipe de
Asturias. ¡Ah, los Premios! Uno, que no es muy de fastos, sí disfruta de la
metamorfosis de la ciudad, engalanada para su gran cita anual. Pero todo
festejo no sería lo mismo sin los aguafiestas, más aún en este país donde la
vida se reduce al blanco y al negro. O Real Madrid o Barça. O izquierda o
derecha. Buenos y malos. Goya, uno de los artistas que mejor captó el alma de
esa España racial que se empeña en volver cuando ya la creíamos superada pintó “Lucha
a garrotazos”, espeluznante resumen de lo que digo. O conmigo o contra mí. Y no
te sitúes en el medio, porque recibirás de ambos lados, con mayor dureza y
crueldad si cabe. Alineaos todos para nuestra seguridad, que el independiente
será premiado con el destierro y la marginación. No sé si habrá alguna viñeta
de Mafalda que pueda explicar este retroceso inútil. Toda esta ignorancia e
intransigencia, fruto de la más cateta estupidez. Esa que ahora trata de
imponerse con absurdos dogmas de fe, sencillos, fáciles de adoptar y que, en
manos de algunos desalmados emergentes, producen la extraña inquietud de volver
a tiempos y prácticas que creíamos superadas.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el sábado 26 de octubre de 2014