Crónicas de Vestuario. –
“El Piojo de Felipón”
Parece fácil pero no lo es: dejar
a los pentacampeones mundiales con el tanteador a cero y la sensación de
derrota e incertidumbre no es algo al alcance de cualquiera. Pues bien, México -selección
que hace tan sólo unos meses vagaba por los estadios de la CONCACAF y que se
clasificó in extremis- lo consiguió
bajo la dirección técnica de Miguel El
Piojo Herrera. El seleccionador mexicano le dio una lección táctica al
atribulado Felipao, ese individuo incapaz de reconocer errores -propios o
ajenos- henchido de una insultante autosuficiencia, un dechado de virtudes
entre las que ni se encuentran las variables tácticas ni otro intento de fútbol
que varíe de la ecuación “músculo + Neymar”, a la que se aplicó sin éxito
frente a los centroamericanos.
Un magnífico portero como el
flexible Guillermo Ochoa, una defensa con tres centrales bien colocada bajo el
mando del veterano Rafa Márquez (su cuarto Mundial, ahí es nada) y muy
sacrificada en las ayudas sobre la gran estrella brasileña, un centro del campo
con tres entregados al trabajo de cortar cualquier atisbo de espacio para
Neymar, y el estilete del jugador del Villarreal Giovanni Dos Santos lograron
dejar a los brasileños con cara de… con esa cara, sí.
De acuerdo, que en el toma y
daca, la canarinha tuvo buenas
oportunidades de anotar, incluso al final, con ese enorme Thiago Silva, de lo
mejor del musculoso grupo de Felipao, pero, si los mexicanos hubieran tenido a
un Peralta como el del primer día, también hubieran podido dar la sorpresa que
se había intuido en la inauguración ante los croatas y que sólo el “amigo
japonés” fue capaz de desbaratar. Aquí no hubo “amigo turco” y, por mucho que
Fred, Alves o Marcelo se aplicasen a la piscina, el árbitro otomano no picó. Suerte
tienen los brasileños de que su último partido será ante Camerún, a la que se
vio en su primer encuentro desorientada y sin capacidad en la vanguardia,
porque los sudores de Felipao podrían haber aumentado. Y parece difícil que
Eto´o sea capaz de obrar un milagro para la leyenda de un Ghiggia –sí, el del Maracanazo- que, parece, va a volver a
aparecerse en las pesadillas de los anfitriones.
MANOLO D. ABAD
Publicado en la edición papel del diario "El Comercio" el jueves 19 de junio de 2014