Las fiestas de San Mateo en mi ciudad, en Oviedo, siempre vienen acompañadas por una atmósfera extraña. La que suma amor y odio, atracción y repulsión. Todas esas fechas "de obligado disfrute" siempre me conducen al rechazo, no sé si por mi propia naturaleza o por tantos años a contracorriente, luchando contra esa tendencia de la masa a aborregarse como ovejas, a seguir el curso del río aunque éste les pueda arrastrar a la última catarata.
El caso es que, recién llegado a Vetusta, los acontecimientos me superaron. Demasiados compromisos, "hay tanto que hacer y tanto que no hay que hacer" que cantaban hace muchos años Ciudad Jardín (que, vistos desde este abismo negro de mediocridad musical que ha engullido todo, parecen no haber existido jamás), que uno vio sobrepasadas sus ansias. Para empezar, los buenos amigos del fanzine "Cruce de Caminos" -estupendo fanzine literario- me hicieron llegar un mensaje donde anunciaban el final, y también el de uno de los blogs que había sido referencia para mí en estos dos últimos años (www.rezaloquesepas.blogspot.com). Pero casi no daba tiempo a sentirlo (y lo lamento mucho, muchísimo), ya que la gente de Urbanismo Crítico, con Diego Díaz a la cabeza me llamaban para una nueva concentración frente a la Fábrica de Gas de nuestros dolores ovetenses. El pasado jueves 24 de septiembre esa gente que, como dije en la presentación -que me tocó, yo no me escondo como otros vergonzosos paniaguados a la busca de limosnas repugnantes- quiere a Oviedo y quiere una cultura para Oviedo alejada de la que pretenden imponernos, la carpetovetónica, la del "Oviedín de siempre", ese que encarna a la nueva Vetusta que no es sino la vieja Vetusta de Clarín reciclada con unos pocos años (que dentro de 100 o más habrán llegado al siglo XXI con el silencio cómplice de tantos y tantos chupones a la espera de sacar tajada). Ese Oviedín que alza la voz contra las prebendas de la Laboral gijonesa y ni tan siquiera se da cuenta que, en plena ciudad, en el corazón de su Oviedo poseen unas instalaciones para que palidezca cualquiera en quinientos kms. a la redonda. Pero, como en esa gran canción de Lagartija Nick, "no lo quieren ver". Y unos millones de euros se perderán por el camino, claro.
Bueno, un hora después, el gran Ignacio del Valle presentaba en el Foro Abierto de la Librería Cervantes su nueva novela "Los Demonios de Berlín". Un autor que sabe conjugar el atractivo para un público mayoritario con el rigor, la calidad y el interés, y que consiguió reunirnos a un puñado de escritores amigos y mucho público ansioso por escucharle a él y a su presentador, ¡cómo no!, el gran Manolo García Rubio. Con un intervalo en el Taurus para ver el partido de la selección española, aplastando a Francia en cuartos, nos dirigimos a cenar, aunque por el camino perdimos a otro nombre de referencia en las letras asturianas: Jorge Ordaz (no se pierdan su blog Obiter Dicta). Mis obligaciones como In-Toxic dj en La Calleja La Ciega me obligaron a dejarles en plena cena. Allí estaban Rubén D. Rodríguez, el inmenso Ernesto Colsa y su novia Amalia, Miguel Rojo, además del autor y un imparable y locuaz como en sus mejores momentos Diego Medrano. Poca gente en la pinchada, y bien que lo lamenté por Fon, uno de esos hosteleros que se esfuerza por ofrecer cultura viva, como ya había tenido ocasión de comprobar el día anterior con el concierto de versiones de Stormy Mondays. Y el viernes, de nuevo rush nocturno, de saludos, conversaciones, noticias y sí, ánimos de una lectora de mi libro de relatos "Vasos Sucios En La Madrugada" (¡y vaya que se agradecen!)... Así que el bajón no tardó en llegar el sábado, claro, a pesar de que la selección de básket lo mitigaría, engrandeciéndolo el domingo.
Y los días extraños llegan a su fin, mientras leo otro magistral artículo de José Ángel Barrueco donde habla de esos desfallecimientos que tantas veces nos asolan. Compartir esos altibajos es algo que anima, sin duda, a seguir. Así que mañana, con un poquito de retraso -esta semanita que no es la de "Vaya Semanita"- publicaremos unos breves perfiles de Patrick Swayze y de Jim Carroll. Y también una maravillosa letra del estadounidense, ¡claro que sí!
La foto es en plena presentación en La Fábrica de Gas, cortesía de mi amigo Pablo Lorenzana